Peli de culto. Te gusta porque te dice algo, sin ser ninguna obra maestra conecta contigo. Me gusta el blues y las pelis de tipos duros con buen fondo, la comedia. Eso es lo que propone Landis, el director: pasen, vean, escuchen, vean a grandes estrellas de la música,
ríanse un rato, pásenlo bien.
Ha quedado como icono cultural-estético (perdón, me estoy poniendo pedante) por el look de los protagonistas, con su chulería, su impasibilidad, su machismo, su sentido de la amistad. Traje negro, coche cutre que tira que se las pela. Un disparate cachondo a más no poder con las persecuciones en coche, una policía inepta, neonazis a los que lanzan al rio. Una reivindicación del rythm&blues y sus estrellas, homenaje al jazz y al Cotton Club (el número de Minie el bigotes), a los clásicos de las primeras series de TV (la utilización de la sintonía de Peter Gun, de Henri Mancini).

Para ver con los amigos en una fiesta en casa.

Entré en el cine como si fuera a ser uno de esos días que esperas marquen un antes y un después y salí, como suele suceder en estos casos, con un sentimiento de estafa y un cabreo como no recuerdo en estas circunstancias. Cuando se anuncia una película desde el principio como una obra maestra suele terminar en una estafa maestra, en una mera jugada de marketing.
Lenta, pretenciosa, convencional en la peor linea del cine bélico moderno: la tan trillada ay-que-malos-los-generales-y-los-que-mandan-y-que-buenos-los-soldados-que-evitan-embrutecerse. El viaje-viraje (mejor sería decir huida) del protagonista que se convierte en anacoreta-filósofo al que se le revela la verdad sobre la guerra y la vida (ahí es nada) es algo ya demasiado visto, incluso en películas "menores". Lo de Sean Penn en esta película no es nada al lado de Peter Falk (si: Colombo) en "La fortaleza". Penn quiere irse de filósofo, busca una coartada moral... y nos aburre, porque no nos lo creemos. Peter Falk lo hace mejor deicándose a amasar pan en plena vorágine: más humilde, más creible, real: no busca justificarse ni revelarnos nada.

Dentro del escasísimo cine bélico alemán, una excepción. La trama se centra en mostrarnos la vida, aventuras y desventuras de la tripulación del submarino, sin derivar hacia la inevitable crítica al nazismo de resto de películas alemanas, sin caer en el acto de contricción u obligación penitencial que se ha autoimpuesto el cine bélico alemán (ver "Stalingrado", "Enemigo a las puertas") mostrándonos las archiconocidas miserias del nazismo y sus dirigentes, pero disculpando a los soldados de a pie. El submarino y su tripulación hacen su trabajo y punto. Lo hacen bien, sobreviven y casi triunfan. Sobecogedora escena final, toda una metáfora de la aventura bélica alemana, y brillante colofón a un película que no rehuye el toque épico (atención a su banda sonora), ya que no duda en mostrar aspectos heroicos en los personajes (su sentido del deber, su espíritu de sacrificio, su sentido del compañerismo, las duras condiciones en que desarrolaban sus misiones de guerra).

¿Queda alguien que no la haya visto?
Me da cierto..."pudor" alabar esta película. Lo hice cuando se estrenó, como también alababa los westerns de Leone cuando todo el mundo los ponía de vuelta y media al igual que a Blade Runner, y no me gusta aparecer como una especie de "profeta". El tiempo la ha puesto en su sitio.
En cuanto a la película, lo que más nos ha quedado a casi todos de ella es su estética oscura, decadentista, pesimista, acorde con un momento en que el género de ciencia ficción dejó de presentarnos mundos felices gracias al avance tecnológico y una visión positiva del mismo.
La obra del hombre, los replicantes, se rebela contra él. Ahora el hombre empieza a ser dios y los replicantes, hechos a su imagen y semejanza, se rebelan: quieren más, más tiempo, más vida, conocimiento. Todo ello enlazado con el más tradicional cine negro, al estar narrado en el marco de una historia destectivesca.

Para todos aquellos que tiene a "El padrino" como la cumbre del cine de gangsters, será todo un descubrimiento. Sin duda, es a este género lo que el K2 a las montañas: la piedra de toque, la más difícil de escalar.
Una historia de amistad a lo largo de tres épocas (años 20, 30 y 60). Un argumento sencillo como la vida y que se complica y enriquece como ésta a cada paso.
Un argumento circular, un eterno retorno-vuelta al comienzo