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Críticas de TerrorActo
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de julio de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empezaré siendo muy claro: películas como Sweet Home deben existir. La ópera prima de Rafa Martínez da fe del talento, de las ganas de superación por ofrecer un terror Made in Spain digno. No estamos ante una obra maestra –ni falta le hace-, pero sí ante una modesta producción diseñada milimétricamente para clavar al espectador en su butaca durante ochenta minutos. Y vaya si lo consigue.

Los desahucios, ese tema de rabiosa actualidad, tejen y moldean el hilo argumental de Sweet Home. Y si bien uno se olvida de ello una vez ha comenzado la diversión, el guión de Ángel Agudo, Teresa de Rosendo y Martínez suma unos cuantos puntos a la hora de jugar con la premisa para alejarse lo más posible del home invasion. Tics del subgénero que ha albergado films como Secuestrados, Los extraños o The Purge: La noche de las bestias –por citar unos cuantos ejemplos- se intuyen en la primera mitad, abrazando más tarde la acción y el slasher retro que tanto nos gusta. Sustituya usted el Nakatomi Plaza de La jungla de cristal por un inmobiliario parecido al de [REC] y adorne con los retazos survival de Tú eres el siguiente. Voilà!

Una de las sorpresas de la película es Ingrid García Jonsson, que defiende muy bien una final girl que podría haberse quedado en nada de no ser por su genuina entrega. Su Alicia no descansará en el país de las maravillas, pero podría ser entenderse muy bien con la Manuela Velasco de la saga [REC] o con la Shauna Macdonald de The descent. Su compañero, Bruno Sevilla (Simon), hace lo que puede con un personaje algo más restringido. Y en cuanto al trío de villanos inicial (Eduardo Lloveras, Luka Peros y Miguel Ángel Alarcón), son un mero calentamiento ante la llegada del auténtico final boss: El Liquidador (Oriol Tarrida), la auténtica estrella de la función. Desafortunadamente, la resolución del relato queda algo coja pese a jugar todas sus cartas.

Así las cosas, Sweet Home conforma un sólido entretenimiento –estéticamente muy bonito, por cierto- sin más pretensiones que la de pasar un buen rato por y para fans del género. Y recordad, amigos, lo mejor de la comida japonesa es que no se enfría.

www.terroracto.es
TerrorActo
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7
25 de marzo de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aplaudo lo que ha hecho Zack Snyder (independientemente de su calidad como cineasta, que para mí la tiene) con las adaptaciones de comic. Tiene mérito rescatar 300 de Frank Miller y atreverse después con esa obra magna -intocable para muchos- que es Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, agrupando fans y detractores a partes iguales. Poco después, en una sociedad más desilusionada y meticulosa con los cambios, revitaliza en El Hombre de Acero a un Superman distinto al de la era Richard Donner/Christopher Reeve. En Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia, Snyder se enfrenta a su gran prueba de fuego. ¿Cómo condensar en un mismo film la lucha entre dos leyendas del comic (ya se intentó en el pasado), introducir un nuevo Batman en un universo opuesto al de Nolan, enmendar los errores del pasado y acelerar el nacimiento de La Liga de la Justicia? ¿Cómo trabajar en un año (cuatro si contamos El Hombre de Acero) lo que Marvel ha conseguido en siete con cinco películas? Todo son preguntas. Y mientras tanto, el mundo entero está observando, expectante.

Dejemos clara una cosa: Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia no es es la película definitiva de superhéroes que muchos esperaban (el hype puede hacer mucho daño). Ni siquiera es la mejor película en la que intervienen ambos personajes; esos puestos le corresponderían a El Caballero Oscuro y al Superman de 1978. ¿Significa eso que es un desastre? No. No es todo blanco o negro, amigos. Desastres son Batman & Robin o Superman IV: En Busca de la Paz, si nos centramos en la historia cinematográfica del dúo. Y si somos un poco sadomasoquistas, Catwoman, X-Men Orígenes: Lobezno o Elektra no quedan muy lejos.

Gran parte de los handicaps que lastraban El Hombre de Acero han sido corregidos en Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia, sin duda un film más pulido que el de hace unos años. Se nota la mano de Chris Terrio (Argo) en guión, cuyo trabajo hace justicia tanto a los personajes repetidores como a los nuevos y traza, ahora sí, el camino a seguir en las futuras películas de DC (no es de extrañar que Terrio vuelva en, al menos, la primera entrega de La Liga de la Justicia).

El auténtico enemigo de los dos titanes con capa no es Lex Luthor: es el ritmo de la cinta. Por una parte se agradece respirar la calma que precede a la tormenta; Snyder aprovecha para presentar la mitología de Batman y sacar jugo de un Ben Affleck en estado de gracia. Una vez tiene lugar el esperado enfrentamiento entre ambos personajes, todo lo que sucede a continuación se desarrolla a una velocidad frenética que termina agotando al espectador. Mucho ayuda la entrada de la majestuosa Wonder Woman de Gal Gadot, una dosis de oxígeno ante la multitud de frentes abiertos; en cambio, sus futuros compañeros de La Liga de la Justicia (Flash, Cyborg, Aquaman) se dejan ver de una forma demasiado forzada. DC ha querido abarcar mucho tirando la casa por la ventana, y esta casa apenas tiene ventanas.

Henry Cavill sigue siendo solvente como Superman y Clark Kent, lógicamente más cómodo en esta ocasión. Ben Affleck se corona como la estrella del film y ofrece el mejor y más completo Batman visto en años (y su Bruce Wayne tres cuartos de lo mismo). El Lex Luthor de Jesse Eisenberg podría haber caído fácilmente en terreno Joel Schumacher, pero el actor salva los muebles con una versión oscura de su papel en La Red Social que, al menos a mí, me convenció. De Jeremy Irons como Alfred Pennyworth quiero ver más en el futuro, y aquellos que vienen de la anterior (Amy Adams, Laurence Fishburne, Diane Lane) cumplen a la perfección. La sorpresa de Batman v Superman no es otra que la mencionada Gal Gadot.

Uno ya sabe a qué atenerse cuando se dispone a ver Batman v Superman: El Amanecer de la Justicia. Esto no es Tolstói o Dostoyevski, son dos es puro espectáculo que debe(ría) disfrutarse con la mente despejada y, a ser posible, sin saber nada o casi nada de ella. Muchos buscarán en ella la segunda venida de Cristo; otros simplemente disfrutarán al ver juntos, y finalmente en la gran pantalla, al Caballero Oscuro y al Hombre de Acero.
TerrorActo
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8
28 de octubre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
40 años han dado para mucho en una franquicia como Halloween: lejos quedan ya las patadas karatekas de Busta Rhymes, el culto de Thorn, o ese intento de dejar atrás a Michael Myers en favor del formato antológico (Halloween III: El Día de la Bruja). Rob Zombie saludó brevemente al clásico de 1978 en El Origen (2007) y pronto se despegó de él, más aún en la estupenda secuela estrenada dos años después. Y antes de eso, cuando la saga ya contaba con seis películas y Scream era la máxima autoridad en el slasher moderno, tuvimos Halloween H20, prototipo de esta nueva La Noche de Halloween que firma David Gordon Green (Superfumados).

Al igual que en H20, Laurie Strode (alucinante Jamie Lee Curtis) sigue traumatizada tras su encuentro con Michael Myers e intenta proteger a su familia del inevitable regreso del Hombre del Saco con la máscara basada en William Shatner. El rol de Josh Harnett en la cinta de Steve Miner ha mutado en dos personajes femeninos: Karen (Judy Greer) y Allyson (Andi Matichak), hija y nieta respectivamente de la canguro que consiguió sobrevivir. Gordon Green, Danny McBride y Jeff Fradley desarrollan las angustias, terrores y paranoias de este clan, dedicándoles suficiente tiempo para que una vez estalle la tormenta podamos empatizar con él. La lucha contra Myers, adherida al empoderamiento femenino actual, conforma el núcleo del film y brinda algunos de sus mejores momentos.

Quienes esperen una reformulación brutal del concepto original pueden quedar decepcionados ante la intención de sus responsables. La Noche de Halloween juega sobre seguro como espejismo perfecto: no son pocos los planos, diálogos y situaciones que remiten al clásico de Carpenter, aunque el agradecido bodycount se acerque más a lo visto en ¡Sanguinario! Halloween II o el díptico de Rob Zombie. Para el recuerdo, aquel plano secuencia que acompaña a Myers durante sus sangrientas correrías en el vecindario de Haddonfield. Debe quedar claro que, para bien o para mal, aquí manda el fan service, siendo ésta una película hecha por fans para fans.

Si bien es cierto que La Noche de Halloween no es una película perfecta (chirrían ese tercer acto atropellado o cierto cambio de comportamiento de cierto personaje) ni revoluciona el subgénero, es el slasher más sólido en años, consciente de sí mismo, y el ejemplo perfecto de lo que le pasa a una franquicia de terror cuando es revitalizada por la gente adecuada. El simple hecho de recuperar en la misma cinta a Curtis, John Carpenter y Nick Castle (presente solo en la escena del espejo, aunque James Jude Courtney hace un trabajo espectacular como La Forma) sirve como un valor añadido que hace años era impensable.

En resumidas palabras: es la secuela de Halloween que necesitábamos, y la mejor desde ¡Sanguinario! Halloween II. Michael, te echábamos de menos.
TerrorActo
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9
10 de enero de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al revisar diversas listas de lo mejor de la década que acaba de terminar, será fácil notar que en el apartado del cine de terror son muchos quienes mencionan esa magnífica pieza de folk horror que es La Bruja (The Witch, 2015), la notable ópera prima con la que el director Robert Eggers llamó la atención de propios y extraños a lo largo del mundo gracias a su capacidad para envolvernos con un relato perturbador que gira alrededor de una familia común de la Nueva Inglaterra de 1630 que tiene un encuentro cercano con la oscuridad.

Tras ver la primera película a cargo del también guionista y productor, nos quedamos con ganas de ver qué más era capaz de hacer y la espera ha valido la pena por completo, ya que su nuevo film, El Faro (que vimos en Sitges 2019), es una delicia macabra que supera todas las expectativas que el cineasta había generado. En esta ocasión, lo que tenemos la oportunidad de presenciar en la pantalla grande es una cuidada producción que coquetea descaradamente con el cine de arte mientras combina de manera excelsa elementos de terror, thriller, drama y fantasía en un glorioso blanco y negro.

De la misma forma en la que pasó con La Bruja, las viejas leyendas de Nueva Inglaterra -donde Eggers vivió durante parte de su infancia- ayudan a darle forma a un relato sobre la locura que puede ser consecuencia del encierro y la soledad. En lo que resulta un efectivo relato claustrofóbico con un toque experimental y una evidente ambición en su narrativa, vemos lo que sucede con dos hombres que se encuentran alejados de la civilización intentando cumplir con su trabajo en un faro ubicado en un lejano peñasco que es parte de una vista deprimente en la que cualquiera podría ser víctima de su propia desesperación.

Una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra, en 1890, es el escenario en el que el malhumorado y veterano farero Thomas Wake (Willem Dafoe) comienza a trabajar junto a su nuevo joven ayudante Ephraim Winslow (Robert Pattinson), quien lo desespera casi todo el tiempo al resistirse a seguir sus indicaciones de forma rigurosa. Ambos deben convivir durante cuatro largas semanas con la única misión de mantener en óptimas condiciones el faro en el que se encuentran, hasta que llegue alguien a relevarlos. Conforme avanza el tiempo las cosas se van complicando y los conflictos de jerarquías tensan la situación llevándola a niveles inesperados.

Las fricciones entre los dos personajes se complican aún más cuando estos se quedan atrapados sin provisiones a causa de un clima hostil que funciona como detonante para que caigan en una espiral de locura y desesperación, en especial en el caso de Ephraim, quien se obsesiona con la ausencia de una presencia femenina, un deseo insaciable que acompañado de una serie de humillaciones de las cuales es objeto, comienza a desatar visiones que le torturarán al grado de reaccionar de manera violenta contra su compañero. Además, tampoco ayuda el hecho de que en esos momentos de angustia, la única provisión que abunda en ese desolado sitio sea el alcohol.

Robert Eggers ha tomado decisiones arriesgadas con un film tan intrigante como poco convencional en esta época en la que las películas de terror se apoyan más en vistosos efectos especiales y sustos fáciles. Para empezar, su decisión de filmar en 35 mm. y en blanco y negro, que le da al título cierta personalidad artesanal que lamentablemente escasea en la actualidad. En El Faro conviven H.P. Lovecraft, Fritz Lang, Béla Bartók y hasta Stephen King: su tímido arranque no nos avisa de la posibilidad de regresar de la locura que viene después. También ayuda tener una historia original que cuenta con un buen trabajo de dirección, es increíble como el director logra transportarnos para sumergirnos en la misma angustia que atormenta a sus personajes.

No es ninguna exageración nombrar a El Faro -también de A24– como una de las mejores películas del pasado año, una que -más allá de su precisa fotografía, efectiva dirección, delirante guion y notable trabajo en el montaje- sobresale en mayor medida por el trabajo actoral a cargo de sus dos protagonistas, un Willem Dafoe que una vez más da una cátedra de actuación como suele hacerlo con la mayoría de sus personajes y un Robert Pattinson que demostrando sus verdaderas capacidades histriónicas ha logrado alejarse de la imagen del vampiro hueco de Crepúsculo (Twilight, 2008) con la que muchos le identificábamos.

Todo el peso de la trama recae en Pattinson, quien nos va deleitando con su transformación hasta dejarse llevar por su locura y convertirse en víctima de sí mismo. En el caso de Dafoe, complementa el trabajo de su compañero y ayuda a su lucimiento, aunque él también tenga sus momentos (atención a su gran monólogo). En realidad, es extraño no ver a ambos actores teniendo una mayor presencia en la actual temporada de entregas de premios a lo mejor del cine: hasta ahora, este título tiene solo una nominación a Mejor Fotografía en los BAFTA, una a Mejor Actor de Reparto para Dafoe y una a Mejor Fotografía en los Critics’ Choice Awards, una a Mejor Actor para Willem Dafoe en los Gotham Awards y en los Film Independent Spirit Awards tiene nominaciones a Mejor Director, Mejor Actor para Robert Pattinson, Mejor Actor de Reparto para Dafoe, Mejor Edición y Mejor Fotografía.

El Faro es una experiencia que debe experimentarse en una sala de cine, es una película que te atrapa desde su primer minuto y un claro ejemplo de que en el cine actual con poco todavía puede hacerse mucho. Robert Eggers entrega otro título que se volverá de culto con el tiempo y este es un mensaje de que hay que seguir poniendo atención a lo que haga en el futuro.
TerrorActo
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5
12 de julio de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Soy viejo, no obsoleto” repite a lo largo de la película nuestro preciado Arnold Schwarzenegger; la primera vez que escuchamos la punch line nos lanza una mirada a través de un espejo retrovisor que fulmina la cuarta pared. El actor austriaco no solo apela a su resurrección cinematográfica, sino que también habla por la propia franquicia: Terminator: Génesis es, al igual que la reciente Jurassic World, un ejercicio nostálgico que recurre a los primeros episodios como espejo en el que moldearse. Pero al igual que la cinta de Colin Trevorrow, este revival se queda a medio gas.

El arranque de Génesis nos lleva de nuevo a ese futuro distópico que tan bien trazó James Cameron, con la lucha entre los hombres y las máquinas en su punto más álgido. John Connor, esta vez con los rasgos de Jason Clarke, prepara el ataque definitivo contra Skynet cuando descubre horrorizado que la superinteligencia ha movido ficha al enviar al T800 de vuelta al pasado con el objetivo de acabar con su madre, Sarah Connor (Emilia Clarke, Juego de Tronos). El soldado más fiel a John, Kyle Reese (Jai Courtney), se ofrece voluntario para viajar a 1984 y evitar la destrucción. El director Alan Taylor se siente como pez en el agua a la hora de resumir Terminator y Terminator 2 en unos pocos minutos, así como de mostrarnos todo aquello que se nos intuía en éstas y jamás vimos (básicamente, porque tampoco era necesario). Sí, está muy bien ver a la versión digital del Schwarzenegger de 1984 darse mamporros con la de 2015, pero una vez Génesis empieza a forjar su propio camino empiezan los problemas, porque no hay mucho que ofrecer realmente. ¿Estamos ante la auténtica secuela que Cameron puso por las nubes o ante un videojuego desalmado?

Da la sensación de que Patrick Lussier y Laeta Kalogridis, autores del guión, se han preocupado más por las frases recicladas y las situaciones familiares que por formular una estructura sólida con personajes que no sean meras imitaciones a carboncillo de lo que vimos hace un tiempo. Y es una pena, porque aun siendo mejor que Terminator 3 y Terminator: Salvation, Génesis sí cumple en lo que a secuencias de acción se refiere: las peleas con Terminators, el desastre en el puente Golden Gate o el clímax no tienen nada que envidiar a otras entregas. Sin embargo, una vez agotado el espectáculo visual, no hay mucho más. Taylor ha trabajado poco o nada la química entre la pareja protagonista compuesta por Clarke y Jai –graves errores de casting-, cuyas secuencias dramáticas dan vergüenza ajena y juegan a favor de un Schwarzenegger que, incluso como robot, está en su salsa. Salva la función el buen hacer de J.K. Simmons, el alivio cómico que el magnífico intérprete sabe conducir sin caer en la parodia que avisa el libreto. Aunque la verdad, querríamos haber visto más de él.

Génesis no es un desastre. Entretiene, da lo que promete y le ofrece a Arnold la oportunidad de repetir aquello de “Volveré” (ay, cómo se extraña a Constantino Romero). Pero, muy grande que sea el show, a veces eso no es suficiente. A estas alturas, una saga como Terminator tiene el suficiente portento como para ofrecer algo distintivo. Quizá la próxima vez…

PD: ¿Bad Boys? ¿EN SERIO?

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