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Críticas de Felipe Larrea
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Críticas 276
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
28 de octubre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Porque demuestra que hacer cine no significa necesariamente ciscarse en el método científico. Aunque Roland Emmerich opine lo contrario.

2) Porque denuncia una de las principales fallas del capitalismo: la creación de necesidades falsas utilizando para ello el engaño. En este caso, la homeopatía. Jude Law clava ese papel de bloguero mesiánico al que Elliot Gould replica: “Bloguear no es escribir, es graffiti con puntuación”.

3) Porque es completamente imprevisible y en el minuto 14 están trepanando el cráneo de una de las principales estrellas de la película.

4) Porque defiende a capa y espada el progreso, la razón, la ciencia y la investigación como la única esperanza posible para el ser humano. Que es tanto como decir que la religión, el misticismo, el nacionalismo y otros desastres ideológicos que siguen de moda solo nos pueden llevar a la oscuridad.

5) Porque aunque Steven Soderbergh haga parecer a Kubrick un director de comedias románticas por la frialdad de su lenguaje narrativo, muestra el drama humano que significaría una epidemia de estas características. Los buenos directores no subrayan, emocionan con momentos (cuidado, spoiler) como ese en el que la investigadora se inyecta la vacuna y el posterior diálogo con su padre.

6) Porque dotar de verosimilitud a una historia de ficción no requiere obligatoriamente contratar a un operador de cámara con parkinson, ni rodar con cámaras caseras, ni imitar el lenguaje de un documental.

7) Porque es la antítesis del fenómeno zombie. No tengo nada en contra de ese género, pero si se trata de crear mal rollo, es mucho más efectivo imaginar un apocalipsis "real".

8) Porque deja entrever que se respondió correctamente a la amenaza de la gripe A, por mucho que los de siempre vieran las habituales conspiraciones.

9) Porque Cliff Martínez ha vuelto a dar en el clavo con una banda sonora casi tan buena como las de "Drive" y "Solaris".

10) Porque sale Marion Cotillard, aunque esta es la media razón, porque continúa su notable falta de criterio para la elección de papeles. Una pena que una mujer casi perfecta como ella sea lo peor de "Contagio" (su personaje sufre síndrome de Estocolmo), de "El caballero oscuro: La leyenda renace", de "Enemigos públicos" o de la ya de por sí infumable "Pequeñas mentiras sin importancia".
Felipe Larrea
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3
7 de septiembre de 2012
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sabría decir si la posmodernidad ha muerto, como hacía Edward Docx en 2011 en la revista The Prospect. Lo que sí me queda claro con películas como "Shame", uno de los éxitos del cine de autor de la temporada, es la inercia conformista en la que ha caído este movimiento artístico, una vez que la sociedad ha absorbido plenamente todos sus postulados, y poco nuevo queda ya que ofrecer.

¿Cómo alguien tan absolutamente moderno como Steve McQueen, el director, puede no haberse dado cuenta de que utilizar el sexo como argumento de venta en el cine resulta anacrónico en plena era de internet? Las últimas películas que obtuvieron repercusión social o comercial por este motivo fueron "Striptease" (Andrew Bergman, 1996) y "Lucía y el sexo" (Julio Medem, 2001), precisamente en los albores de la popularización de la red de redes.

Algunos artistas han quedado mentalmente atrapados en el siglo XX y todavía sonríen como niños ante la falsa ilusión de escandalizar a los conservadores. En honor a la verdad, diré que conozco a algunas personas nacidas antes de 1930 que todavía se llevan las manos a la cabeza con estas burdas prácticas de marketing, pero eso no invalida mi argumento. Por suerte, quedaron atrás los tiempos de "Instinto básico", "Showgirls", "9 semanas y media" e incluso "Eyes Wide Shut", y los últimos intentos de transgresión a través del sexo más o menos explícito han dado bodrios épicos como "Anticristo", "9 songs", "¿Hacemos una porno?" o "Habitación en Roma", que deberían ser motivo de sobra para no intentar vender una película con el simple reclamo del pito de Michael Fassbender y las tetillas de sus amigas. Aquí es donde entran nuestros amigos de los festivales y la crítica profesional para convencernos de que por nada del mundo debemos perdernos semejante derroche de talento. Yo, que todavía soy joven e ingenuo, he vuelto a caer en la trampa, como ya lo hice con la infumable ópera prima del mismo director: "Hunger".

Cualquiera que preste atención a los personajes y los diálogos se dará cuenta rápidamente de que semejante guión es fácilmente redactable en una semana. Los personajes son monigotes y no articulan ningún diálogo aprovechable, aunque abundan las intensas miradas perdidas al horizonte a modo de simulacro de profundidad. Incluso adiviné el final con precisión (tengo testigos de ello), aún siendo bastante zoquete en cuanto a predicciones de este tipo.

Lo atroz no es el guión o ver cómo Michael Fassbender y Carey Mulligan desperdician su talento, sino el grado de relativismo moral. Tras el trillado acto sexual en plano secuencia, llega la resolución y moraleja de la película: ver mucho porno te convierte en un tullido emocional. Un mensaje que enorgullecería a la Liga de madres cristianas de Wichita, y que poco tiene que envidiar al clásico “si te haces pajas te quedarás ciego”. La liberación sexual era esto: practicar guarradas en todas sus formas y colores para llegar a la conclusión de que el sexo es malo. Con su estilizada estética y su exquisita banda sonora (esto sin ironía), McQueen nos querrá convencer de que pretendía reflejar el drama de un adicto al sexo, pero al final parece ser otro más de esos progres que de tan progre se ha vuelto un reaccionario. No obstante, no le faltó tiempo para culpar al puritanismo de la sociedad estadounidense de la no nominación al Oscar de Michael Fassbender. En esta misma línea de pensamiento, algunos críticos de cine han llegado a identificar la adicción al sexo como una patología capitalista. De traca.

(Puede leer la crítica con imágenes y links en http://enbandejadeplata.tumblr.com)
Felipe Larrea
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4
1 de agosto de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer vi Micmacs (Jean-Pierre Jeunet, 2009). Acumula en generosa cantidad todos los elementos positivos que caracterizan al director galo: imaginación a patadas, un sentido del humor heredado del cine mudo y un nivel de producción pocas veces visto en el cine europeo.

Sin embargo patina, y de qué manera, con el discurso ideológico (cuidado, semi-spoiler): un grupo de inadaptados terroristas decide ajustar las cuentas a unos fabricantes de armas. Ya saben, la cantinela de dejar hacer a los poetas, los puros de corazón y los bienintencionados, esos que cuando disienten pillan el trabuco y quítate de en medio, que la causa es justa y ancha es Castilla.

Transgresión a cascoporro, oiga. Algún día, y créanme, ese día no llegará, alguien hará una película sobre ese futuro utópico sin armas ni ejércitos occidentales. Sobre ese mundo en el que un Ahmadineyad o un Kim Jong-un cualquiera decidan que el militarismo mola y nos conviertan, sin oponer resistencia, en un rebaño de ovejas lobotomizadas a mayor gloria de Alá o de la Revolución, que para el caso viene a ser lo mismo.

Por lo tanto, si es usted de izquierdas, corra a por su copia de Micmacs, no le decepcionará.
Felipe Larrea
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5
29 de marzo de 2012
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo no ha tenido misericordia con "Papillon". Su arma secreta era insistir en una serie de golpes de efecto para descolocar al espectador, pero ya no estamos a principios de los 70 y nadie puede sorprenderse porque un preso oculte objetos en el trasero, se zampe insectos con deleite o sufra los cariños homosexuales de un maromo de 2 por 2.

Es el triste destino de las películas que no buscan la calidad sino el impacto: ser olvidadas y acabar pareciendo ingenuas, justo lo contrario de lo que pretendían. Si uno vivió la época en cuestión la experiencia puede resultar entrañable, pero si se analiza fríamente no hay mucho que rascar. Y no me pregunten la razón, pero el género de aventuras envejece especialmente mal.

No se engañen, puede que Steve McQueen sea el tipo más cool de la galaxia pero sobreactúa y la evolución de su personaje no es creíble. El resto de los personajes son planos y hay una serie de elipsis de quedarse con el culo torcido como esa en la que el protagonista cae a un río tras una persecución y en la escena siguiente es amablemente acogido por unos aborígenes caribeños, que además tienen rasgos más propios del Pacífico.

Entre la temática carcelaria, la falsa culpabilidad y la amistad con Louis Dega (Dustin Hoffman), que por cierto apenas está desarrollada, he echado de menos la muy muy muy superior "Cadena perpetua" (Frank Darabont, 1994), realizada más de 20 años después. Entonces me surge la pregunta ¿no habíamos quedado que el cine involuciona continuamente y que nada interesante ha ocurrido en los últimos 30 años? Y lo dice alguien que descubre con horror cada día como sus gustos son cada vez más parecidos a los de un tertuliano de Garci.

Hay un detalle todavía más desconcertante, esta vez en la caja del DVD. Reza la contraportada que la duración es de 98 minutos, pero en realidad son 142. Así que en lugar de irme a la cama a las 12, como tenía previsto, me he ido casi a la 1. Ya sé, problemas del Primer Mundo, pero me jode igualmente el peculiar sentido del humor del gañán que diseñó la carátula.

(si quieres leer la crítica con links, fotos y algún detalle más: http://enbandejadeplata.tumblr.com)
Felipe Larrea
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8
20 de marzo de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comencemos enumerando la infinidad de similitudes entre estas dos películas: ambas están basadas en relatos de Philip K. Dick y mezclan cine negro con ciencia-ficción de trasfondo filosófico. Las dos ofrecen una visión del futuro pesimista pero sin cargar las tintas con tópicos orwellianos. En ellas el progreso vertiginoso de la tecnología produce efectos perniciosos en la sociedad, alienando a los individuos y convirtiendo indirectamente a los protagonistas en antihéroes.

En cuanto a sus máximos responsables, tanto Ridley Scott como Steven Spielberg son a menudo calificados de manera despectiva como directores "comerciales", pese a que pertenecen al selecto grupo de quienes entienden algo que debería ser obvio, que "cine" significa "imagen en movimiento". Los rostros visibles de la función son dos super-estrellas en su mejor momento comercial y con la misma edad, pese a que los resultados en taquilla fueron relativamente discretos.

La crítica las recibió con tibieza aunque con el tiempo "Blade Runner" se ha convertido en un clásico y "Minority Report" va ganando notoriedad a 10 años de su estreno. Por otra parte, ambas cuentan con innovadores efectos especiales y un cuidado diseño de producción que han influido notablemente en el cine posterior.

La diferencia principal estriba en la desigual brillantez con la que encaran la parte de noir futurista por un lado y la parte filosófica por otro. En el primer aspecto "Minority Report" impone su ley gracias a la mayor pericia narrativa de Spielberg y el trabajo magistral del director de fotografía Janusz Kaminski, que se la juega constantemente con recursos tan arriesgados como el de quemar los planos y saturarlos de grano, saliendo siempre victorioso de la apuesta y situándose en las antípodas de las típicas chapuzas indies que utilizan estos mismos recursos en nombre del realismo (si tienen ganas de comprobar este extremo y perder 2 horas de su vida pueden ver "Winter’s Bone").

Para quien se lleve las manos a la cabeza viendo que sitúo ambas películas al mismo nivel, debo aclarar que siempre me ha parecido que "Blade Runner" está ligeramente (insisto, solo ligeramente) sobrevalorada, precisamente porque como ejercicio de sofisticado cine negro es solo muy buena y Roy Batty, el replicante interpretado por Rutger Hauer, es un personaje tan carismático que eclipsa todo lo demás pese a sus escasas apariciones. El antagonista de "Minority Report", Max Von Sydow, está a la altura de las circunstancias, pero no es ese agujero negro que engulle todo lo demás.

Sin las escenas del encuentro de Batty con el mandamás de la Tyrell Corporation y sin el monólogo de los "recuerdos que se perderán como lágrimas en la lluvia", hoy pocos se acordarían de "Blade Runner". Estas dos escenas son las que le aportan verdadera entidad filosófica y la sitúan claramente por encima de "Minority Report" en la profundidad de sus preguntas acerca de la naturaleza del ser humano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Felipe Larrea
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