Ante la primera película de temática vampírica, un cine oscuro y terrorífico donde por medio de expresiones artísticas demuestra que perseguirá a su victima hasta casi acabar con ella. Pero Nosferatu no es simplemente una película de vampiros, existía otro tema, quizás más relevante en ella: el reflejo de la realidad.

Están a principios de los años 20, Alemania se enfrenta a una represión enorme por parte de los países victoriosos de la I Guerra Mundial. Es una época de crisis en la que el gran país sufre las consecuencias del tratado de Versalles, un pacto que la deja completamente al servicio de las demás naciones.

Este película narra hechos llenos de angustias y de terror de un hecho real de una tragedia insólita de unos jóvenes que buscaban algún tipo de diversión, pero también llena de un panorama un poco estático en los 95 minutos que dura la película, se ve a ese grupo de personas la típica rubia trastornada por la situación, un tipo que cree que es millonario pero es un completo papanatas.

La dirección que pretende el director al público, es colocarlo en el lugar de esos muchachos atrapados, por un descuido que a cualquiera le puede suceder. Pero hay que entender un puto, es que el terror que ellos tenían de no sobrevivir y estando tan cerca del yate perder la vida de una formas mas horribles en mi concepto ahogado.

La película tiene algunos comportamientos viendo de una forma más cercana, las horribles experiencias de los tripulantes varados en el mar. Además, aunque el drama de la situación sea evidente, parecería que el auténtico generador de conflicto no es el riesgo mortal, sino el roce de personalidades, que eventualmente se vuelve tan peligroso como el mar mismo.