Henri-Georges Clouzot o lo que es lo mismo, uno de los más grandes directores franceses de todos los tiempos nos regaló obras tan inmortales e imprescindibles como “El salario del miedo”, “El cuervo” o “En legítima defensa”, pero es con esta “Las diabólicas” donde llega a la máxima expresión del suspense, logra filmar una auténtica joya de obligado visionado, una verdadera obra maestra.

Mucho se ha hablado de las influencias que han derivado de este film, que si Hitchcock, que si Kubrick... también ha sido fuente de inspiración de remakes más o menos acertados (para el recuerdo “Lazos ardientes” de los Wachowski), pero si por algo será recordada esta película es por el profundo sentido de la historia que se va desmadejando poco a poco, de sus localizaciones y fotografía, sus encuadres, los planos filmados con un gusto exquisito (tanto interiores como exteriores, a destacar la escena de la piscina) y por supuesto las interpretaciones de sus dos protagonistas, Simone Signoret y Véra Clouzot, ambas de sobresaliente.

Lo mejor de todo como buena obra de suspense: el final, uno de los mejores y más sorprendentes de la historia del cine.

A continuación una simple receta para conseguir un sabroso y totalmente disfrutable "Blaxplotation" (¡¡Atención contiene posibles SPOILERS!!):

- Un macarra, chulo de barrio, hermano de la protagonista y a la postre traidor a su causa por el trapicheo con la droga.
- Un novio a lo "Soldado Desconocido" con un nuevo rostro, mártir de la cinta.
- Un lupanar oculto como una agencia exclusiva de modelos con una arpía manejando los hilos.
- El muñeco sexual de la anterior y jefe del cotarro narcótico.
- La sensual Juanita Brown como Claudia, chica de compañía y madre coraje.
- Escena sobre penes a costa del blanquito de turno.
- Una pelea al más puro estilo camionero en un bar de lesbianas (o camioneras lesbianas).
- Los Panteras Negras impartiendo justicia en el barrio.
- El avión reparte droga.
- Unos tintes de gore por aquí, unos disparos por allá, todo espolvoreado con grandes dosis de violencia.
- Un final apoteósico con eunuco de por medio.
- Como ingrediente principal una voluptuosa, sexy y siempre explosiva Pam Grier en su momento de máximo esplendor, regalando actitud y frases molonas a lo largo de su metraje
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Deliciosa.

Cualquier película que se centre en Alcatraz tiene el atractivo propio de jugar con un lugar legendario, con un icono de nuestros días. Si bien el resultado es dispar son múltiples los films que allí o sobre ella se han rodado: “La Roca”, “Fuga de Alcatraz”, “El hombre de Alcatraz”…).

“Homicidio en primer grado” cuenta la historia de Henri Young, un convicto en la mítica prisión por robar 5 dólares para poder dar de comer a su hermana ya que ambos eran indigentes sin ningún tipo de posibles. Tras un intento de fuga frustrado, pasa más de 3 años encerrado en una mazmorra sin posibilidad de ver el exterior excepto algunos minutos al año y siendo vejado y sufriendo todo tipo de agresiones por parte de sus carcelarios y en particular, por parte del alcaide adjunto Milton Glenn, hasta que un joven abogado defensor, James Stamphill se hace cargo del caso e intenta desvelar toda la verdad sobre “La Roca”.

Por lo tanto asistimos a un drama carcelario de primer nivel que se beneficia de un gran trabajo actoral por parte de sus protagonistas: Kevin Bacon se luce como el preso Young, en una de sus mejores interpretaciones para la gran pantalla, Gary Oldman da el tipo como el desalmado alcaide torturador y en especial Christian Slater quien por aquel entonces no había tirado su carrera a la basura. Otros nombres propios que aderezan el film son los de William H. Macy, Brad Dourif, R. Lee Ermey y las pequeñas pero destacables apariciones de Mia Kirshner (como Rosetta Young, hermana del preso) y Kyra Sedgwick.

El director Marc Rocco en su único film relevante (no ha vuelto a rodar desde entonces) realiza un trabajo delicado, con buen gusto, plagado de momentos emotivos que para no negarlo, buscan la implicación emocional del espectador, plantea una buena premisa pero sin embargo se embarra en la resolución de la misma con un tramo final algo redundante y en el que podemos tachar la película de un pelín maniqueísta y en que el nivel de moralina sube como la espuma.

Pese a que la intención es denunciar la tormentosa situación que se vivió durante años en la famosa cárcel de San Francisco, podemos poner en duda el fin mismo de la película, además de lo anteriormente expuesto, si buceamos un poco para recabar más datos sobre los personajes y la situación que en ella se narra: Henri Young fue un atracador de bancos violento y con rehenes, que en 1933 ya había estado encarcelado varias veces y además había cometido asesinato. Un tipo duro, un criminal convicto de la peor clase, no el personaje pacífico y atormentado que se empeñan en mostrarnos para que el espectador empatice con él y su situación.

Sí, efectivamente estamos una vez más ante una de esas cintas “inspiradas en hechos reales” en la que dicha inspiración reescribe la historia punto por punto dando a la luz un buen film pero una incorrecta aproximación histórica.

Recomendable pero con reservas.

El film comienza con lo que parece ser la historia de una actriz que recibe el encargo de participar en una película polaca maldita e inacabada, sí, como suena. Poco a poco, se verá envuelta en una trama con personajes oscuros y pintorescos del corte más clásico a lo David Lynch y empezará a presentar dudas sobre qué es la realidad y qué ficción, dónde empieza el personaje y acaba su vida.

Toda esta temática se ve iluminada por una portentosa actuación a cargo de la actriz principal de este embrollo, una espléndida Laura Dern (de quien sospecho que lo dio todo y más ya que ejerce labores de producción y que además, no creo vuelva a trabajar con Lynch si quiere preservar su salud mental).

Aquí nos encontramos varias de las señas de identidad que han convertido al director en el artista de culto y creador de obras posmodernas sin parangón que hemos disfrutado (sufrido dirán otros) en los últimos años, a saber: un bizarrismo presente desde el primer minuto, humor surrealista, situaciones inquietantes y personajes sumamente atractivos a la vez que sórdidos (todo lo que es posible dicha combinación), juegos de luces y sonido, banda sonora industrial con voz femenina que ya es un sello personal en casi todas sus filmaciones, uso de vídeo digital frente a la manera de grabación tradicional…

La película comienza de manera realmente atrayente con unos 50 primeros minutos de gran calado para el espectador medio y el fan de Lynch, sin embargo, según se suceden las escenas sin sentido y se desgrana un guión sin estructura ni contenido alguno, la actitud pasa del interés y las expectativas al cabreo monumental y las falsas esperanzas de que en algún momento repunte el vuelo (les voy avisando de que no, un stop a tiempo ahorra disgustos innecesarios).

Lo más destacable (amén de Laura Dern, que la den un Oscar y la beatifiquen, después de esto se lo merece) son los segmentos que inserta Lynch con una familia de conejos viviendo situaciones cotidianas y con alto contenido surrealista e irreal que es un golpe de aire fresco… si descubre, por poner un ejemplo, que estos insertos vienen de un corto que el propio director estreno un tiempo antes, la tomadura de pelo se hace más que palpable.

Son 3 horas de cine, eso es innegable. Aquí encontrará las cualidades que han hecho que David Lynch sea un artista por encima de la media y el auténtico chamán del posmodernismo cinematográfico.

No entraría a valorar si esas 3 horas de cine son buenas y si merece la pena el viaje y el esfuerzo que requiere “Inland Empire”, sólo me queda decir:

“David Lynch veste a zurrir mierdas con un látigo”.

Candy es una película tremendamente cruda, la historia te atrae, te atrapa y no te suelta en sus más de 100 minutos de metraje.

Más dura y cruda resulta una vez sabido el final del que sin duda ha sido uno de los actores más prometedores de los últimos tiempos... una lástima Hedger.

Los tres actores principales sostienen la película con unas interpretaciones llenas de vida y sentimiento, amén de Heath Ledger frágil, indeciso y tremendamente taciturno, un siempre excelente Geoffrey Rush y Abbie Cornish que cautiva con su belleza y expresividad.

Film de corte independiente que ha ido tomando fama por el desgraciado final al que se vió abocado su actor principal, cuya condición de adicto quizá quedó patente en su interpretación en niveles que se nos pasaron a todos el día de su estreno.

Sentimiento agridulce por la película en sí, pero sobretodo por lo que significa, el reflejo de un genio problemático.

Recomendable.