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Críticas de Luke_Cage
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Críticas 168
Críticas ordenadas por utilidad
8
16 de abril de 2022
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mediados de la década de los 50 se produjo en Inglaterra un movimiento original, fresco, novedoso y con el objetivo de eliminar la pretenciosidad, la ornamentación accesoria y la pomposidad gratuita que venían asociadas a cualquier obra cinematográfica. Desde un punto de vista muy naturalista, con la mirada limpia que otorga la verdad y la cotidianidad como estilete artístico, nació el Free Cinema y ésta “Un lugar en la cumbre” es una de sus obras más representativas.

A la dirección se posiciona Jack Clayton, un tipo con sólo un puñado de películas en su haber, todas ellas muy interesantes la que nos toca junto a “Suspense” serían sus 2 obras más conocidas.

La historia nos puede sonar a ya contada, un veterano de la II GM se traslada a un pequeño pueblo donde pretende ir ascendiendo en la escala social desde su posición de burócrata funcionario. Para ello busca con quién compartir pintas en la taberna y qué objetivos seducir para poder posicionarse en otra escala social a la que no correspondería entrar por otros medios.

En resumen: la típica historia del trepa que está dominado por una ambición que ejerce de motor en su vida, anteponiéndose a familiares, amigos y relaciones.

Lo que hace diferente a la película es cómo está rodada, elegantemente en blanco y negro, con unos planos concisos (y precisos) que nos acompaña a lo largo de la acción como si de un baile de salón se tratara, el film es dinamismo puro. Además, cuenta con no pocos temas escabrosos para la época, como el ya mencionado de la lucha de clases sociales en un entorno cerrado y opresivo como es un pequeño pueblo industrial, el adulterio, las relaciones amorosas prohibidas, la diferencia de edad en relaciones extramatrimoniales… hasta cierto grado de erotismo, miradas, contenidas, sugerentes formas de volutas de humo de cigarro que parecen dibujar sinuosos caminos de perdición.

Sólo puedo colmar de elogios las actuaciones principales, desde Laurence Harvey dando vida a ese ser egoísta y despreciable que se mueve como un tiburón en el agua entre sus diferentes víctimas con el fin de congraciarse con la alta sociedad, pasando por la adorable Heather Sears, interpretando a la hija del dueño de la fábrica más potente del pueblo y objetivo de nuestro dudoso protagonista.

Pero si alguien destaca por encima de todos es Simone Signoret, quien se pone la piel de una actriz amateur de un teatro de aficionados que cae prendida ante los encantos de nuestro joven vividor. Lo que transmite es un auténtico torrente interpretativo, dando una lección de contención (hay más verdad en sus silencios que en sus diálogos) y de saber estar, sexy, frágil, emotiva, desgarradora… una interpretación asombrosa que le valió el Óscar de 1959 (frente a otras leyendas como Audrey Hepburn, Doris Day, Katherine Hepburn o Liz Taylor).

La película también ganó la estatuilla como mejor guion adaptado y se puede considerar una de las joyas del Free Cinema.

Como curiosidad cabe destacar que existe una secuela, de mucho menor calidad, de 1965 que se tituló “Vivir en la cumbre”, ya sin Clayton detrás de la cámara.
Luke_Cage
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2
21 de febrero de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como cinéfago casposo que soy deglutir un producto de serie B con elementos comunes al género como el terror espacial con monstruos, robots y gore puede convertirse en una liturgia muy especial para una noche de sábado, si tenemos en cuenta que este producto además lleva el sello Corman puede ser una experiencia sumamente divertida.

Pero no, como diría el bueno de Gandalf: ¡Huid, insensatos!

Nos encontramos ante una explotación en toda regla de la saga Alien (por aquel entonces una única película) muy típica de la época… si bien los escenarios son de cartón piedra y plastiquete se pueden pasar por alto, lucecitas, papel maché y toneladas de recortables, sin embargo la historia no guarda ni pies ni cabeza (esas dos muchachas en cueros en gran parte del metraje, ese robot que no se sabe muy bien qué hace por ahí…).

Pero lo destacable de la peli (por decir algo) es esa criatura del espacio exterior hecha con bolsas de basura hinchadas (sí tal cual suena), de lo bochornoso que resulta pierde cualquier atisbo de gracia que pudiera tener, ya no hablemos del terror que pudiera producir.

Experiencia cinematográfica a evitar, mejor invertir el tiempo en contar gamusinos o aprender chino mandarín.
Luke_Cage
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8
3 de octubre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pequeña joya poco conocida entre cinéfilos de nueva cuña, “Última salida, Brooklyn” es una película de corte casi independiente que supuso la primera incursión en Hollywood del director alemán Uli Edel quien ya deslumbró (y aterró a partes iguales) con la descorazonadora “Yo, Cristina F”. Si con aquella nos introdujo en el Berlín más sórdido y oscuro de los primeros 80 con esta nos muestra sin tapujos la cara oculta del sueño americano.

Si hoy en día Brooklyn se considera uno de los barrios más en liza de New York en los cándidos años 50 (momento en el que se sitúa la narración de la novela del extraordinario Hubert Selby) era un barrio de emigrantes, en su mayoría italoamericanos, y gente con pocos recursos y sin esperanza. Oprimidos por condiciones laborables reprobables en el mejor de los casos y manipulados en las sombras por sindicalistas corruptos, se crea una atmósfera asfixiante, desesperanzadora y con poco que ofrecer. Estibadores en huelga, marineros con ganas de disfrutar de sus últimos momentos de libertad antes de enfrentarse a una más que probable muerte, pandilleros juveniles con ganas de armar jaleo, prostitutas de buen corazón, arrabaleros y chaperos de barrio… aquel Brooklyn estaba plagado por personajes que se movían sin tapujos en un ambiente que respiraba peligro.

La película es cruda y directa, no se anda con rodeos y aprieta las tuercas necesarias para que el espectador se sienta identificado con las historias que nos narra. A destacar el reparto actoral, coral y tremendamente compensado del que sobresale un jovencísima Jennifer Jason Leigh que confecciona un personaje que es oro puro (la icónica prostituta Tralala).

La banda sonora es sencilla pero intensa y muy profunda, Mark Knopfler líder incombustible de los Dire Straits, compone el tema principal y se aleja mucho de lo que me esperaba.

Gran descubrimiento.
Luke_Cage
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8
4 de noviembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con “The Void” nos sumergimos en una propuesta deudora del cine de terror de los 80, aquel cine de videoclub, maquillajes y efectos especiales imposibles y en el que prima más el resultado final que un guion bien estructurado y sin fisuras.

Si metiéramos en una coctelera una base de horror cósmico Lovetcraftiano, unas pizquitas del bizarrismo del primer Cronenberg, unos destellos a lo Baker, una potente imaginería visual heredera del gran Carpenter y un equipo que sabe a lo que juega obtendríamos esta maravillosa combinación, demasiado friki para ámbitos comerciales pero con un innegable encanto cochambroso que sabemos disfrutar cualquier aficionado al terror y a la ciencia ficción más batallera.

No importa que la historia carezca de sentido en gran parte del metraje, o que por momentos no se tenga claro hacia donde va a ir la película, lo importante es disfrutar de la experiencia. Equipados con unas fantas y unas palomitas y desde vuestro sofá favorito os sentiréis de nuevo como en esas tardes de sábado en la que los colegas se reunían para visionar las cazas más bizarras de cualquier videoclub de barrio.

Pastiche-homenaje que llegará a gran parte del público especializado en este tipo de films.
Luke_Cage
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7
25 de noviembre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De vez en cuando aparece una película que sin un gran nombre y sin hacer especial ruido se hace un hueco en las estanterías de cierto público, en el caso que nos toca “Siempre Locos”, conserva esa acidez tan propia del humor inglés y lo conjuga a las mil maravillas con una historia si bien algo tópica, realmente divertida, conformando así uno de esos “sleepers” de temporada que dejan muy buen sabor de boca, como en su momento lo fueron “Full Monty”, “Cuatro Bodas y un Funeral” o “Un Funeral de Muerte”, entre otras.

Strange Fruit es un grupo de rock retirado hace años ya de la primera plana que tocó las mieles del éxito por los años 70. Cuenta, como todo buen grupo que se precie, con una historia en la que los odios cruzados y la tragedia (la muerte del principal compositor) marcaron el destino final del grupo y su posterior disolución. Años después y aprovechando la ocasión los viejos roqueros deciden que ya va siendo hora de volver a tocar y darse a conocer a las nuevas generaciones (sus motivaciones son diversas, volver a sentir la música, el escapismo de una vida triste y gris, intentar salir de la bancarrota como último intento o simplemente, por qué no, echar un polvo). A cualquier fan del rock se le vienen fácilmente a la mente un puñado de grupos ingleses que llenaron estadios y se convirtieron en dioses en vida, para ser fagocitados por el movimiento Punk con los Sex Pistols a la cabeza: Free, Cream, Trapeze y sobre todo Black Sabbath y por supuesto, los legendarios Led Zeppelin, por lo que la historia no es nada nueva.

Sin embargo el enfoque del director Brian Gibson enriquece en muchos enteros a la película, ya que humaniza en grado sumo a los personajes y pinta algunas escenas desternillantes, además no cae en el error generalizado de este tipo de films y es que las escenas musicales son breves y concisas (para no quitar protagonismo a lo que de verdad importa, la historia).

Los actores están de sobresaliente, destacando el siempre comedido Stephen Rea, un muy potente Billy Connolly y el amo de la función (monopolizando como siempre las miradas del espectador) Bill Nighy que crea un personaje trasnochado, pasado de vueltas y por momentos ciertamente patético, dotándole de un poso humano y trágico-cómico que lo hacen único. Cabe destacar que años después compondría otro personaje, cantante y estrella del rock venido a menos en “Love Actually”.

Muy divertida, recomendable para formar un triple cartel con “Casi Famosos” (menos edulcorada y más cínica con el mundillo del rock si cabe) y “Radio Encubierta” (con la que comparte ese tono inglés que hacen que este tipo de cinta sean tan identificables).
Luke_Cage
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