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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Drama Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro que vivía con su familia en Nueva York. Tras tomar una copa con dos hombres, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en una plantación de Louisiana. Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia y a la desesperación. Pero él decide no rendirse y esperar a que llegue el ... [+]
4 de mayo de 2014
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El corpulento McQueen manifiesta una tendencia alarmante a confundir los conceptos de ambición y pretensión.
Como ya le ocurriera a "Shame" (Shame, 2011), su "12 años de esclavitud" más que aspirar, desespera por sentar cátedra en su género- en este caso, una especie de revisión, postmoderna y apropiadamente recrudecida de "Lo que el viento se llevó"-. Hasta tal punto esto es así, que dicho anhelo acaba llevándose por delante buena parte de las enormes posibilidades que el holgado presupuesto y una generosa acumulación de talento a priori otorgaban a la película.
A nadie puede escapar que Steve McQueen se muere por firmar una obra maestra inapelable. Como si, de algún modo, sintiese la necesidad perentoria de justificar nombre tan eufónico- "cinéfilamente" hablando-. Alguien debería advertirle, no obstante, que las prisas son malas consejeras. Porque, aunque es muy cierto que estamos ante un director francamente dotado- capaz, por ejemplo, de dar a luz estampas de una belleza desconcertante con esos largos planos secuencia que se han convertido en distinguida marca de la casa-, esas mismas imágenes delatan a un "autor"- ni las comillas ni el término resultan accidentales- excesivamente pagado de su destreza. McQueen, en definitiva, está encantado de conocerse, y se deleita con el sonido elegante de su propia voz fílmica. Casi resultaba inevitable que "12 años de esclavitud" se resintiese de ello. Su aspiración a vigoroso fresco histórico se viene abajo como un castillo de naipes, lastrado por una historia endeble y la palidez interpretativa de su protagonista. Y es que las inescrutables facultades del impronunciable Chiwetel Ejiofor no alcanzan para hacernos llegar el abrumador sufrimiento que hubo de conllevar el traumático periplo vivido por su personaje. De su rostro indescifrable no se deriva sino un leve estreñimiento, si acaso. En cuanto a la delgadez argumental, ella conlleva la reiteración contumaz de ciertos motivos y situaciones que, debido a su porfiada repetición, acaban por perder la impactante eficacia con que se nos habían revelado. Si bien se pueden encontrar elementos sumamente interesantes, como la relación paterno-filial- en algunos casos muy disfuncional- que se estableciera entre amo y esclavo. Hallazgos insuficientes, sin embargo, para sostener un plomizo friso fílmico sólo apto para la crítica más acomodada y panegirista. Los tres oscars con que fuera recientemente galardonada- especialmente el recibido por la insípida Lupita Nyong´o- sólo pueden entenderse en el contexto siguiente: el escándalo de incorrección política que hubiera supuesto no premiar adecuadamente una película en la que se hace denuncia tan explícita de la esclavitud y el racismo. No ha sido reconocida con igual efusión especializada la cruel rijosidad de Michael Fassbender. Actor excepcionalmente provisto para menesteres así, el inabarcable degenerado que compone es, que los árboles de la critica profesional no nos oculten el bosque de la verdad, lo mejor de la función. De lejos.
Carorpar
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