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España España · Madrid
Voto de Sinzz3r:
9
Musical. Romance. Comedia. Drama Mia (Emma Stone), una joven aspirante a actriz que trabaja como camarera mientras acude a castings, y Sebastian (Ryan Gosling), un pianista de jazz que se gana la vida tocando en sórdidos tugurios, se enamoran, pero su gran ambición por llegar a la cima en sus carreras artísticas amenaza con separarlos. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que tienen melodías muy buenas, propias, que surgen de ellas, y hay otras películas que son melodía en sí misma. La La Land (La ciudad de las estrellas) es de estas últimas. Películas que hacen y son magia, música y poesía.

Si Damien Chazelle, con tan solo 32 años –recién cumplidos– se hizo un hueco con Whiplash, con La La Land se ha coronado, ha clavado la bandera y declarado suyo el territorio. Ambas películas relatan lo costoso de luchar por tus sueños y el coste de estos mismos, pero aquí el director opera como un protagonista más, juega con los colores de tal manera que el resultado visual es atractivo y explosivo, realiza planos maravillosos y cuidados al máximo –aunque a veces peca de excesivo– y sabe lo que quiere contar y cómo contarlo, cualidad que no todos pueden presumir de tener.

Y es que La La Land no es un musical al uso, es más, ni tan siquiera es un musical. La característica de este género es la capacidad que tienen de narrar la historia a través de música, ritmos, bailes, es la espina dorsal de las películas de este tipo, y aquí funciona más como un complemento. Añadido que para qué engañarnos, es de lo más agradable y vistoso. La película de Chazelle es una historia de amor y, siguiendo con lo anterior, el camino de los sueños; es la expresión de elegir entre tu amor o tu anhelo.

La narración, y como anomalía de esta cinta, se divide en 5 partes que vienen a ser 5 estaciones distintas, cada una de ellas bien delimitadas, cohesionadas y desarrolladas, no sientes en ningún momento que falten cosas, que en algún instante se precipiten las cosas sin sentido o que esté todo pegado con cola a la fuerza. Introducción, seducción, amor, desenlace y epílogo se traducen en Invierno 1, Primavera, Verano, Otoño e Invierno 2.

Sin embargo, tanto dirección como narración no serían lo mismo sin el dúo protagonista, Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling), actores que se cargan todo el peso de la película sobre sus hombros, hecho que se constata en la ausencia de secundarios –a excepción del siempre insuperable J.K. Simmons, que siempre te deja con ganas de más y más–. El romance es creíble, no impostado, y las interpretaciones tienen fuerza. ¿El problema? Que la estrella y la que se lleva toda la atención del mundo es Emma Stone. Mientras que Gosling cumple –seamos sinceros, no es un actor excelso– y se dedica a hacer buena presencia en la película, Stone reluce con luz propia. Es de las pocas actrices que dicen más con su rostro y con su mirada que con palabras; consigue transmitir –que no empatizar– sentimientos mediante planos silenciosos y mantenidos, y eso, amigos, es muy difícil. Junto con Amy Adams es de las que llevan llamando fuertemente a las puertas de los Oscars, y más tarde o temprano acabará entrando.

Si tengo que ponerle fallos diría que sus coreografías son buenas pero simples, nada del otro mundo, y su banda sonora, que a pesar de tener alguna que otra joya –City Of Stars, por ejemplo–, no es algo que se vaya a quedar impregnado en el imaginario y que trascienda a su tiempo, con canciones no demasiado diferenciadas unas de otras y un repertorio algo comedido.

Como Chazelle siga por este camino conseguirá que no solo él ame la música y contar buenas historias, logrará que también nosotros le amemos a él, porque a veces entre tantos efectos especiales, explosiones y héroes, conviene bailar, tatarear o recordar la sensación de rozar por primera vez las manos de esa persona especial en el cine. Amor por, para y desde la gran pantalla.
Sinzz3r
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