Haz click aquí para copiar la URL
Voto de John Dunbar:
10
Drama. Bélico Basada en hechos reales ocurridos en 1905, narra como la tripulación del acorazado Príncipe Potemkin de Táurida se cansan del tratamiento vejatorio e injusto de los oficiales. El detonante de la situación es la carne podrida que éstos quieren que los marineros se coman. Con este motín comienza el reguero revolucionario por Odesa y toda Rusia. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser realizada y proyectada con una finalidad propagandística como conmemoración del 20º aniversario de la revolución rusa de 1905 y utilizada como claro símbolo de esa revolución no facilitó su desarrollo. El mérito de Eisenstein va más allá de lo méramente cinematográfico. Condicionado por la fecha límite para su estreno estaba limitado, pues, por el tiempo disponible para su rodaje y más aún por un exiguo presupuesto, con lo que la intención inicial de rodar el estallido de la revolución en cinco episodios, se vió obligada a quedarse en tan solo uno, precisamente el del Potemkin. A esto hay que sumarle problemas climatológicos que retrasaron el rodaje una vez comenzado y la susceptibilidad hacia su proyecto por aquellos por quienes fue designado para el mismo, siendo estrechamente vigilado para que los objetivos perseguidos con la película se cumplieran fielmente.

El rodaje en sí también tuvo limitaciones y peligros varios. Las escenas en el interior del buque estuvieron filmadas en un viejo acorazado que servía como almacen de minas y el espacio para tirar los planos era a veces tan escaso que obligaba a que éstos fueran modificados dando una sensación seguramente distinta a la deseada.
La acción se sustenta en el espíritu generado tras el amotinamiento de los marineros del acorazado Potemkin. Hartos, estos, del trato de absoluto menosprecio y obligados a comer carne podrida, la sublevación se origina cuando estan a punto de ser fusilados, en la misma cubierta del buque, algunos de los rebeldes que se niegan a acatar las ordenes impuestas. El motín concluye con los oficiales muertos y marca el inicio de la revolución.

No cabe duda de que es una obra pionera por su forma de narrar los hechos, por su manera de exponer el movimiento como parte de la acción y no de la cámara o por el dramatismo mostrado en toda su crudeza, entre otros. Su marcado espíritu revolucionario, que obviamente incluye el argumento en el que se centra, también abarca la propia película como hito de la historia del cine. Por ello, ha servido de referencia evidente de muchos otros que vendrían después y que se han visto claramente influenciados por Eisenstein.
A pesar de que fue concebida con un objeto propagandístico, la acción transcurrida forma parte del concepto primario de revolución, en cualquiera de sus formas, por lo que no esta supeditada a tal fin. Prueba de ello es el recelo que suscitó en algunos de los miembros del comité central del partido comunista designado para la creación de la película, no considerándola éstos suficientemente ilustrativa de los temas revolucionarios o acusándola de no ceñirse a ellos.

Por cierto, la escena de la escalinata es sublime. De lo mejor filmado jamás.
John Dunbar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow