Después de esa gran visita guiada por Alcatraz, Michael Bay se metía de lleno en su vertiente más patriótica y nos presentaba una película divertida pero algo pesada. Armageddon es como una quedada entre viejos amigos donde las esposas no están permitidas y donde los concursos de bíceps y el ingesta de cerveza prima por encima de cualquier otra conversación. No, en Armageddon no hay nada de eso, pero seguro que me entendéis.

Algo haces mal cuando lo mejor de una película que va sobre el impacto de un asteroide contra la Tierra es precisamente todo lo que sucede antes de empezar la misión. Esa fase de reclutamiento es la más divertida, y cuando la pandilla pone pie en el asteroide todo empieza a bajar de nivel considerablemente.

Y es que Armageddon tiene grandes dosis de comedia. Ya vimos algunos destellos cómicos de Michael Bay mediante Nicolas Cage en La Roca, pero aquí se da rienda suelta a un humor de testosterona puro. Es cierto que con el paso de los años la película ha dejado de servir para reírte con ella y ha tornado más al reírte de ella, pero en cualquier caso sigue siendo igual de divertida.

En esa puntual batalla entre lo melodramático de Deep Impact y la visualidad de Michael Bay ambos salieron ganando, aunque el género acabó por hundirse bien pronto entre producciones televisivas de presupuesto de barrio y efectos computerizados.

Yo sólo sé que si éste es mi último día en el planeta no quiero que lo último que vea sea una película donde salga Ben Affleck.