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Voto de Barón Vadeaux:
9
Drama En 1941, Barton Fink viaja a Hollywood para escribir un guión sobre el luchador Wallace Berry. Una vez instalado en el Hotel Earle, el guionista sufre un agudo bloqueo mental. Su vecino de habitación, un jovial vendedor de seguros, trata de ayudarlo, pero una serie de circunstancias adversas hacen que se sienta cada vez más incapaz de afrontar su trabajo. (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2005
112 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
Barton Fink, una obra maestra que incomprensiblemente se ha diluido entre la gran cantidad de basura del cine contemporáneo. A pesar de su éxito en la crítica, inexplicablemente es muy difícil estos días encontrar esta fabulosa película de los hermanos Coen, que muestra a John Goodman en una de sus mejores interpretaciones.

Hablar de Barton Fink no es fácil, quizá por tratarse de una de las películas más estrambóticas de los hermanos. Y es que esta vez nos encontramos con un argumento que en un inicio parece sencillo, pero que se complica a medida que avanzamos en la historia: en un principio, se nos presentará a Barton Fink, un dramaturgo que probará suerte en el cine con un guión sobre el mundo de la lucha libre. En su camino se cruzan los clásicos personajes estrambóticos de los Coen, divertidos todos ellos: desde un megalómano e hiperactivo jefe de unos estudios a un escritor fracasado y borracho. Por supuesto, un argumento que en un inicio se presenta arrancando de forma algo lenta tomará forma tras un impactante giro de guión que hará que lo que al principio parecía una película decente de neonoir se transforme en una locura espectacular al nivel del mismísimo David Lynch. Entonces lucen realmente unas interpretaciones excelentes, una fotografía ejemplar, un ambiente claustrofóbico y decadente, y un oscurísimo sentido del humor inigualable.

Siendo su único defecto un arranque un tanto lento, Barton Fink logra captar la atención de forma sublime hacia la mitad del film, donde ocurre un espectacular crescendo hasta llegar a uno de los finales mejor pensados de la historia del cine, donde el sentido se diluye hasta el clímax final, que presenta en el último plano del film (literalmente) un impresionante golpe de efecto, en una escena que combina la sorpresa con la locura y el humor, dejándonos desconcertados en nuestro sillón, con una expresión de placentera incertidumbre. Imprescindible y merecerdora de los galardones concedidos.
Barón Vadeaux
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