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Estados Unidos Estados Unidos · Raccoon City
Voto de Maldito Bastardo:
4
Drama. Acción Bethany Hamilton, una joven y famosa surfista australiana, ha vivido desde niña dentro del agua, sin separarse del mar, de su tabla y de su mejor amiga Alana. Un día, un tiburón le arrebata un brazo, pero Bethany es una joven muy fuerte y lo que pudo ser un terrible drama se convirtió en una historia de superación, ya que desde entonces el único objetivo de Bethany fue prepararse cuanto antes para volver a practicar el surf. (FILMAFFINITY) [+]
23 de abril de 2012
24 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en hechos reales, superación personal, un deporte, una competición que hay que ganar y un impedimento provocado por un trágico giro del destino... “Soul Surfer” tiene todos los elementos para ser devorada por un tiburón llamado público, ya sea por su condición de obra con vocación de inflado telefilme para la gran pantalla o como panfleto espiritual y religioso de auto-ayuda. Al final de la película aparece numeroso material documental y la pregunta de muchos será por qué no se tomó ese rumbo frente a la almibarada ficción. Resultó curioso que las partituras y piezas de Marco Beltrami para “Soul Surfer” se impusieran en los Satellite Awards frente a la banda sonora de “Drive” o incluso “War Horse”. Es normal que la música que acompaña a esta película tenga que ser ‘anormal’. Anormalmente brillante, claro. Es lo mejor de la propuesta para narrar la vida de Bethany Hamilton que ofrece Sean McNamara, director de “Bratz: La película”. Hemos pasado de las Bratz a mutilar a una Barbie (la auténtica Bethany era una chica normal…) para construir una historia de superación personal (y popular).

Su premisa, desde el póster hasta la sinopsis, nos advierte que ese bobalicón retrato de una adolescente llena de sueños y a punto de llegar a los 18 años sufre un trágico punto de giro en su vida. Pasamos de “Hannah Montana” a “127 horas”, pero la lucha personal de Bethany no es sobrevivir a ese traumático incidente, donde un tiburón sesga uno de sus brazos, sino en volver a tomar el rumbo sobre sus aspiraciones. Tal vez el prólogo, dulce, sincopado y consiente de ser un almohadón narrativo, sea lo menos interesante. Simple presentación marítima de antagonista, amiga íntima, consejera espiritual y familia apegada a la sirena de la casa.

Una vez establecido el quiebro la propuesta se torna y divide entre una show movie con una competición regional y la superación tanto física como emocional y espiritual de la heroína. Es precisamente en ese punto donde llega lo que considero lo que empaña la propuesta. “Soul Surfer” se convierte en un manual barato de autoayuda a golpe de redención anímico-religiosa, con viaje de misionera y regreso como diva-sirena. Obviamente la película no puede permitirse cualquier atisbo que sobresalga de su folleto evangelista por su empaque de producto. Todo ese libreto de vivencias, superación personal, diario de errores y aciertos y pretendida autenticidad acaba pareciendo un cruce de panfleto religioso y un telefilme de sobremesa. Creo que la propuesta de Sean McNamara no lo necesitaba y más después de ver sus títulos de crédito finales con el material documental que desacredita, en cierta medida, al producto.
Maldito Bastardo
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