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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
2
Drama Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro que vivía con su familia en Nueva York. Tras tomar una copa con dos hombres, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en una plantación de Louisiana. Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia y a la desesperación. Pero él decide no rendirse y esperar a que llegue el ... [+]
5 de marzo de 2014
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Epopeya de la crueldad. Muestrario de atrocidades.
Imponente forma y apabullante rotundidad para denunciar los espantosos hechos que acaecieron en USA durante la época esclavista.
El protagonista pasa de la libertad en Nueva York al secuestro en Washington y al temible cautiverio en Nueva Orleans. Una vez que llega a la zona esclavista sureña, el espectador asiste atónito y estupefacto a la galería de seres enfermos, abyectos y abominables que desfilan ante la pantalla; nos "obsequian" un suma y sigue de torturas, humillaciones, violaciones y asesinatos en todas sus formas y bajezas. Este es el meollo de la historia y lo que provoca que se quede en la más absoluta mediocridad, no se salva ni por los bellos planos, la hermosa fotografía o la necesaria banda sonora; todo es postergado por la exhibición de la maldad, se regodean/recrean en lo más repugnante de la condición humana y rechazan profundizar, informar, descubrir o iluminar, nada de eso, aquí solo se confirma lo más obvio y trillado, lo que ya se sabía y se había visto en infinidad de ocasiones; es, en fin, una de esas películas en las que prima el espectáculo del horror, en las que se utiliza el "basado en hechos reales", el que sean hechos históricos ciertos, para impactar, escandalizar y remover al espectador, lo que supone una táctica/añagaza espuria (un golpe bajo), una falta de ética artística y un recurso burdo consistente en ir a lo más fácil y renunciar a lo más ambiguo, complicado o peliagudo.
Cuando el mal es tan absoluto, enfermo e "irreal" (se intenta, levemente, hacerlo más creíble a través del primer "amo", un personaje más contradictorio -aparentemente más humano, pero hipócrita y cómplice finalmente- que queda relegado por el imposible e histérico personaje interpretado por Dano -la degeneración y la vileza en su máximo apogeo-, y que la narración abandona rápidamente para fijarse en otros más morbosos y brutos), no se aprende nada, está fuera de uno, no te incumbe, sabes que no tienes nada que ver con eso y estás a salvo; lo interesante, valiente y difícil es tratar que ese gran mal (la esclavitud o lo que sea) sea presentado de forma verosímil y humana, que se pueda entender, que obedezca a unos intereses reconocibles y no solamente al desahogo de gente enferma. En esta película te alejan del mal, lo hacen épico e inaccesible, lo caricaturizan y deforman; es, en realidad, un modo de negarlo (cuanto más se retuerce, pierde más peso y se transforma en algo abstracto, en la repetición rutinaria de una idea preconcebida y simplificadora), lo deshumanizan y lo reducen a un tópico cutre; lo arriesgado y honesto es acercarlo para que se pueda entender, para que te cambie o cuestione, para que no salgas del cine pensando que tú no harías como ellos, que tú no tienes nada que ver con eso. De esta forma, se niega la participación activa del espectador, lo relegan a un triste segundo plano, a una actitud pasiva, la de "voyeur" morboso y espantado. Lo valioso y verdaderamente enriquecedor se produce cuando puedes llegar a pensar que tú, quizás, en unas circunstancias parecidas podrías llegar a hacer lo mismo, cuando te informan o contextualizan un hecho, cuando te lo presentan desde diferentes puntos de vista (social, económico, familiar, legal, filosófico, histórico...) o cuando profundizan en las psicologías, tipos de relaciones, modos de vida o costumbres.
Película fallida, demagoga y oportunista que solo se dignifica por el poder formal, por la indudable calidad y fuerza de lo puramente audiovisual, por la elegancia, frialdad y belleza de la mirada en algunos momentos, y por no caer de bruces en el melodrama más grosero (hubiera sido demasiado).
Ferdydurke
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