Haz click aquí para copiar la URL
Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
8
Drama. Romance Nueva York, años 20. En la alta sociedad norteamericana, llama la atención la presencia de Jay Gatsby, un hombre misterioso e inmensamente rico, al que todos consideran un advenedizo, lo que no impide que acudan a sus fastuosas fiestas en su gran mansión de Long Island. Gatsby vive obsesionado con la idea de recuperar al amor que dejó escapar años atrás. Para ello se hará amigo de su vecino recién llegado, el joven Nick Carraway. (FILMAFFINITY) [+]
31 de agosto de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza con un homenaje a Scott Fitzgerald. Nos lo presentan en la última etapa de su vida, aquella en la que se autodestruyó con ingentes cantidades de alcohol y que narró en "El Crack-Up", un libro póstumo en el que aparecían varios artículos suyos contando sus desgracias.
Después, el director nos quiere dejar claro que es su película y se dedica a masacrar, triturar el espíritu de la novela; lo que en el libro era delicadeza, sutileza, exaltación de la belleza y nostalgia, en la película es obviedad, grosería, exceso y barroquismo. Si en el libro había un tono de cansancio, de tristeza por el irremediable paso del tiempo, Luhrmann lo convierte en una montaña rusa, en un espectáculo orgiástico, orgásmico, bombástico. El espectador asiste atónito a la vorágine de colores, música y movimientos de cámara, extasiado y agradecido por una parte, repelido y espantado por la otra. Vencen el hedonismo, la demencia, la imaginación y la libertad. Esto dura una hora más o menos. Durante la segunda mitad se vuelve a la historia original, el ritmo se va sosegando, la historia se va remansando y lo que resulta es una copia bastante fiel de la trama novelesca. Quizás inciden demasiado en la parte amorosa y puede llegar a cansar tanta explicación, tanta peripecia y tanta vuelta al pasado.
Acaba correctamente y la conclusión es que ha quedado un monstruo de dos cabezas, mitad disparate maravilloso, mitad servidumbre bastante respetuosa. Un poco Frankensteiniana, quizás incoherente, pero de todo y para todos los gustos.
Es cierto que se deforma, se tuerce la perfección absoluta, la belleza lírica desmedida del original, pero lo que nos ofrecen es un suculento plato, lleno de proteínas e hipervitaminado.
A Luhrmann le pierde su gusto por la parodia, el vodevil, el expresionismo, la distorsión, pero no tanto como para rebelarse contra, quizás, la gran novela norteamericana; considerada así porque creó el símbolo, el arquetipo, el personaje-idea que mejor encarna el espíritu yanqui: el hombre hecho a sí mismo, el hombre capaz de todo; de crear un mundo de la nada y perderlo; el hombre capaz del mayor idealismo y de la mayor vileza, con toda la libertad que proporciona un país (casi un continente) que allá por los años veinte estaba en su máximo apogeo, un país tan joven y vigoroso que hacía pensar que todo era posible.
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow