El buen Rafael Montero (Cilantro y Perejil) ha tenido una constante participación a la filmografía nacional desde hace algunos años, algunos de sus títulos alcanzan la cartelera comercial otros se esfuman casi de inmediato, pero en este caso Fachon Models se ve beneficiada por los distribuidores y le dan una oportunidad de una propaganda más afortunada y si no aguanta la tercera semana de exhibición, por lo menos se supo de su proyección.

Como todo se vuelve tema para el cine, la obesidad ocupa este año atención en dos cintas mexicanas, una de ellas Fachon Models, en la cual nos encontramos frente a Ulises, un aspirante a actor que al momento trabaja en infomerciales –anuncios de larga duración destinados a la demostración y resultados de artículos de uso personal y para la cocina mayoritariamente– donde su aspecto físico le favorece como requisito en la presentación de dichos productos.

Lo anterior le da cierta estabilidad económica, contrariamente a su concepción personal donde la autoestima baja reluce a través de su interacción con mujeres profesionales y por ende preocupadas por su imagen. Como es de esperarse el cine de comedia romántica le depara a él un cambio de actitud propiciada por el enamoramiento.

A lo largo de su duración, se pueden observan planteamientos bastante recurrentes. Se trata el tema desde el punto de vista más banal (el estético) mas allá que de las razones de peso como la salud. Existe un mensaje claro contra la obesidad, pero por momentos algunas escenas reafirman cómo socialmente el grupo ejerce abuso contra quien la padece, ya sea en casa, trabajo y hasta en lugares de esparcimiento.

Película 100% de entretenimiento con un Mauricio Bartilotti a la cabeza, que profesionalmente cumple entre desparpajo e ingenuidad de un personaje que va descubriendo la importancia de llenar huecos en su quehacer artístico.

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