De primera instancia me pareció un documental muy logrado, pero lo enfático que resulta el ver la caída de los símbolos del poder y la estadificación de la humanidad en un mundo que nos vomita —porque así lo dicta la filosofía del consumismo—, hace que el proyecto se desplome de un madrazo.

La egolatría se connota a simple vista, el director perteneciente a esa "gran nación" sucumbe hablando de los estragos que la naturaleza propinaría a las creaciones del vecino país —todas de tiempos de la modernidad—, donde lo efímero se evidencía con el transcurso de los años, y así cada una sucumbe en el fango, por efectos del clima, la humedad y vida, que hoy en día tratan de controlar y erradicar, todo en pro del poder y confort bajo el que hemos sido ya acondicionados, pero también inconscientemente el de considerar a la naturaleza como domestica.

Sorprendente por el análisis técnico, sólo eso.