Como una condición de nuestra naturaleza, el apartar lo que a simple vista consideramos distinto o inferior en muchos aspectos de vida, es la disposición —habitual— que socialmente se exacerba en nuestro tiempo a través del consumismo y sus mensajes subliminales acerca superioridad principalmente por la condición racial, económica, la imagen o la popularidad, hasta del intelecto que poseemos. El ascenso a la élite es un afán impuesto y que aterrizado en una ficción no tan lejana a nuestro momento, repite los indicios a los que estamos sujetos en el bombardeo del concepto “pertenecer”.

Lo anterior es abordado por este pequeño serial brasileño de ocho episodios de una manera sagaz e inteligente, donde la juventud es convocada a un esperado proceso de selección —organizado anualmente— al cual se someterán para intentar dejar la posición menos privilegiada y conformar ese 3% en la élite que habita en alguna isla del Atlántico. No obstante, no por estar enmarcado en un contexto futurista y de normas estrictas, la elección deja de ser cuestionable sobre aquéllas características psíquicas de los participantes y sus métodos para conseguirse victoriosos en las distintas pruebas psicométricas.

Michele, Joana, Rafael, Fernando, son cuatro jóvenes que llevan la rienda de uno de los tantos grupos participantes en el llamado proceso, mientras que en el lado de la autoridad se encuentra Ezequiel, como máxima autoridad que dispone de las normas entre los aspirantes así como de las dinámicas de selección. Un thriller afortunado donde el juego de roles es constante, los participantes deberán mostrar habilidades para poder librar la descalificación y trabajar en equipo en muchas de ellas, por lo que la antipatía puede jugar en contra de los objetivos en común. Las posiciones de poder también son pretendidas y el destrono también es un objetivo a la par que el vivido por los jóvenes.

Una producción que puede ser recopilación de cientos de películas similares en argumento, a la que Netflix le apuesta por su buen argumento.

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