Raman Raghav es el nombre de un asesino en serie y real de los años 60 en Bombay, India, dicho personaje pauta la trama de esta original obra que tensiona al espectador a través de dos personajes, un policía adicto a la cocaína (Raghav) en la búsqueda de un nuevo criminal (Raman) que busca expiar las culpas de la humanidad matando a todo aquel que se atraviesa en su camino.

Con 146 minutos de duración “Rama Raghav” ofrece un thriller psicológico, violento, pero sugerente al momento de perpetrar los actos; sus magníficas interpretaciones también en pro de hacer más efectivo el planteamiento, hacen un buen reflejo no sólo de la miseria evidente en el que se desenvuelven, sino de aquéllas que dilucidan los designios de Dios —siempre francos y directos— tan atroces como el de los demonios exacerbados por la impunidad y el frenesí que provocan las adicciones.

Anurag Kashyap nos engancha y por momentos nos predispone a una elipsis dada por los antecedentes del género, pero estratégicamente empata los roles sin dar tregua a nuestra capacidad de asombro y se desenfila del desenlace esperado. El director indio sobresale con su trepidante narrativa y su película queda como buen referente sobre asesinos seriales.