Muchas veces las películas intentan dibujar personajes raros o extravagantes, pero casi siempre consiguen un efecto poco natural que hace que esos personajes dejen de ser originales y se queden en un intento de parecerlo. Eso a mí me da bastante rabia, porque le quita toda la espontaneidad a la película.

No es el caso de Pequeña Miss Sunshine. Aquí tenemos a una familia peculiar que yo puedo creerme porque en algunos aspectos me recuerda a la mía, o a la de alguien conocido. Sus extravagancias son naturales y, lo más importante, los personajes no hacen alarde de sus rarezas. Porque ser raro o diferente no siempre es algo de lo que alardear, es algo que simplemente es así. Si no, se convierte en una pose

El guión no es demasiado verosímil a veces, sobre todo en algunos giros, pero resulta efectivo y entretenido. Los personajes son coherentes de principio a fin (porque están bien elaborados). Es una película amable que hace reír, y que también hace sentir otras cosas (dependiendo del bagaje emocional de cada uno).

Yo la recomiendo porque, como mínimo, el buen rato está garantizado.