Interesante debut de Igor Verbinski en el género animado. El director de la archiconocida saga de Piratas del Caribe se ha sacado de la manga un “Camaleónico” Western (nunca mejor dicho) de peculiar sentido del humor y fastuoso apartado técnico.

A resaltar ese rudo y severo aspecto que todo “Far West” requiere y que ha sabido recrear con bastante acierto, dejando notar de nuevo su amor por México (The Mexican, 2001) tanto en lo visual como en lo narrativo. Además, creo que la elección y recreación de sus protagonistas, camaleones, ratas, serpientes, lagartos y armadillos entre otros le vienen ni que pintado a ese salvaje oeste, con guiño incluido a otros famosos personajes de películas.

Rango es un camaleón de ciudad, con crisis de identidad incluida, que tendrá que valerse por sí mismo en semejante ambiente hostil y que acaba convertido en leyenda. El personaje tiene ese aire desmesurado, teatral y algo desaliñado que Johnny Deep le daría si le pintásemos la piel de color verde y le pusiéramos dos pedazo de ojos saltones.

Las referencias al cine de John Ford y Sergio Leone son evidentes, hay momentos de puro western, momentos conmovedores, situaciones delirantes, romance y por supuesto, todo ello bajo un marcado tono de comedia ácida.

La pena es el guión y es que la cinta no consigue sumergirte en la historia en casi ningún instante, al menos no en mi caso. Situaciones y diálogos algo estrambóticos y un humor desternillante en algún momento pero muy plano en muchos otros consiguen hacer palpable la falta de emotividad requerida para que la hazaña de Rango tuviese mayor calado.

No defrauda pero deja una cierta sensación insulsa en el espectador, como que semejante ambientación podía haber dado mucho más de sí. Va claramente de más a menos, me quedo con su primera media hora. Aún así, la sola escena de la persecución en el cañón y el maravilloso homenaje que se la hace a Clint Eastwood ya vale el precio de la entrada.