“Ningún pensamiento parte de cero, y ninguna interpretación puede pasar sin un esquema de categoría. A pesar de formar lo que Wittgenstein llama una complicada red de similitudes que se superponen y entrecruzan, son herramientas indispensables para la práctica crítica”.

En este contexto, cuando escuchamos referentes al personaje de Bob Dylan en frases como: “El centro de mi mundo soy yo” o “una canción es algo con vida propia”, entendemos este excelente film sobre Dylan, que relatado entre blanco y negro para la realidad “presente” y el color para la realidad “pasado”, nos habla de él y su música, sin rodeos.

¿Qué entendemos con esto? Que “I’m not there” (tomando su título de una canción de 1956), es seguramente lo más cercano a un ser, al artista del cual no conocemos ni mucho, ni poco. Pero sus canciones, sus letras, reafirman con un toque fílmico felliniano, el yo del personaje. Y sobre todo, articulan sintagmáticamente la fragmentación de la historia, que de pronto sentimos con un ritmo desigual.

Y es que esta idea de contar en seis micros relatos, historias sobre el cantante Bob Dylan y aparte de sus simbolismos, diseñan un falso documental. Por supuesto que “I´m not there” tiene otra lectura. Si nos atenemos a que desde el folk, no como elemento transgresor y provocador en tiempos de protesta, si no como himno antibelicista; hasta el rock llenándolo de mensajes con un sonido eléctrico y pasando por el blues apelando a la contracultura de aquel tiempo; no tendríamos espacios para hablar de tanta lírica imaginativa.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)