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España España · mADRID
Voto de RARRA:
9
Serie de TV. Terror. Drama Miniserie de TV (2011). 12 episodios. Tras sufrir algunas desgracias familiares, Ben (McDermott) y su esposa Vivien (Britton) dejan Boston y se trasladan a una casa de Los Angeles con la esperanza de reconstruir su vida. Moira O'Hara, una chica que trabajó en esa casa, aparece a los ojos de Vivien como una sexagenaria (Conroy); Ben, en cambio, la percibe como una mujer joven (Breckenridge). (FILMAFFINITY)
15 de abril de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De pronto a uno se le cruza fortuitamente el comienzo del primer capítulo de la serie y queda enganchado por las primeras escenas, singularmente por los sonidos que va a acompañar todos los episodios de la serie. Enganchado, busco y compro los 4 DVDs de la serie y puede verla al ritmo que desea, sin publicidad ni interrupciones que son cargas de las series.

Ya he utilizado la palabra “enganchado” y ello constituye una confesión. Entiendo que es ello resultado de la confluencia de dos hechos: un grado notable de los aspectos formales del cine, como pueden ser la iluminación, la fotografía, el sonido o el montaje, y un acercamiento a la palabra que define la serie: “horror”. No terror, sino horror. La misma Academia en su DRAE distingue los dos conceptos. Mientras el terror es un miedo extremo, el horror es una sensación intensa ante algo que espanta; le primero debe ser racional y el segundo no tiene por qué serlo.

American Horror Story es eso: horror. Busca sensaciones que pueden proceder de muchos orígenes: la crueldad y el sadismo, la sangre o gore, el sexo no deseado, la misma irracionalidad. American Horror Story añade un toque surrealista, una renuncia a la explicación, un toque de indefinición, un entreverado de momentos y épocas. Hay que verla sin pedir excesivas explicaciones; ni siquiera esperarlas, porque no se trata de una serie en que Perry Mason al final del episodio explique todo. Y cuando llegan, no hay que analizarlas en absoluto en su racionalidad. Recordemos que estamos hablando de sensaciones y la serie únicamente pretende eso. Las indefiniciones no dejan de ser un toque adicional que hay que considerar absolutamente deliberado.

Hay que reconocer que fantasmas no caben más. Se diría que uno no sabe bien a qué lado está. No se trata de una casa encantada, sino de una casa abarrotada de fantasmas que es otra cosa. Pero no son fantasmas que provoquen el horror por el hecho de serlo, sino por esa especial ambigüedad de que aparecen revestidos perdidos en un tiempo que no se sabe bien cual es. Una ambigüedad que es uno de los factores clave del horror que busca la serie.

Especialmente injustas parecen las críticas dirigidas ese especie de mezcla de solución de problemas y final feliz que parece ser el último episodio, al que se ha tratado de edulcorado como poco. Quizá sean excesivas: lo que se hace en ese episodio es doble. Por un lado introduce una distinción que es clásica en el mundo de los fantasmas y los espíritus: los buenos y los malos, una distinción de la que nunca se ha renegado. Por otro, abre y apunta una nueva historia que nunca veremos.

En suma, un espléndida serie de cine de horror con una calidad que nadie puede poner en duda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RARRA
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