Curiosa película. Es como si tuviera dos secciones bien diferenciadas: por un lado, las interpretaciones de la protagonista Sheri Moon, junto con las paranoias abstractas del más allá y los engendros demoníacos de termoplástico (que menuda mugre), y por el otro, las interpretaciones del resto de los actores en situaciones normales, es decir, entre paranoia y paranoia del señor Rob Zombie (como coño se llamará este pollo). Esta segunda sección está bien, es normal, pero la primera es un desastre y además, constituye el 70% de la película.
En esencia es una copia demenciada de La semilla del Diablo (1968) de Polanski.
Lo único que me ha hecho gracia ha sido ver a los obispos de satanás masturbándose.
En fin, lo mejor de Sheri Moon -su culo-, es lo que mejor define su forma de actuar, ¡de culo! ¡Menudo trufo! Me quedo con la casa de los 1000 cadáveres.