Media votos
6,9
Votos
2.096
Críticas
377
Listas
4
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de AGF:
7
6,5
7.391
Drama. Romance. Ciencia ficción
El chef Michael (Ewan McGregor) y la investigadora Susan (Eva Green) se conocen y se enamoran mientras se extiende por toda Europa una grave epidemia que priva a la gente de sus percepciones sensoriales. (FILMAFFINITY)
29 de febrero de 2012
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un amante de las buenas ideas lee la sinopsis de Perfect Sense y se corre (si es una amante, se emociona). Después, vale, empieza a ver la película y se caga en la puta madre del que escribió la susodicha sinopsis por vomitar spoilers...
Pero tampoco pasa mucho. Las cartas del posible desarrollo general de Perfect Sense están más o menos puestas boca arriba sobre la mesa a las pocas decenas de minutos, y solo quedan las siguientes cosas:
-Deleitarse con la impecable factura de la película.
-Observar, si se es espectador ávido, la historia desde un punto de vista alegórico en el que se trata de exprimirle la mayor cantidad de jugo (en forma de paralelismos, simbolismos y pajas mentales) posible a lo que nos sirve el guión.
-Esperar, con ansia, a que Ewan McGregor sonría para poder contemplar en todo su esplendor el prototipo de sonrisa ideal (ya explotada hasta la saciedad en Big Fish) de ese tipo humano que parece en peligro de extinción (al menos bajo la etiqueta que ahora diré): el bobalicón, hoy también llamado tolay.
Lo más interesante es lo segundo, sin duda. Y en este afán de perseguir la verdad tras la imagen y el sonido, en esa latente intención de comprenderlo todo, creo que yo me pierdo. Quiero comprender de más, cual intelectual inconforme -además de inconformista- con su propio intelectualismo, y acaba la peli y lo mismo podría estar pensando sobre el final o sobre el conjunto diez minutos que tres horas. El resultado será, aprox., en términos generales, el mismo: el hombre es la medida de todas las cosas, y se me antoja obvio.
Pero el caso es que aquí... Que sí, que fotografía y música molan mucho y son dignas de gozo pero es que a veces se emplean en el montaje recursos más propios de una especie de vídeo moñas (a veces lírico también) de autoayuda sacado de youtube y enviado en infinitas cadenas de correos que de una película que sale de una premisa como la del calibre de la que nos ocupa, y otras veces flojea la pareja protagonista, de química discutible. Así que hay un pequeño vacío ahí que a veces no cubre el guión. ¿Por qué? Porque a pesar de tener ideas cojonudas, incluso más allá del bendito premisón, parece en muchas ocasiones dejar las tintas a medio cargar, cuando todo se presta a una sana grandilocuencia reflexiva igual de altiva a la ya presente en todo momento, pero un poquito más profunda. Un poquito más perfilada. Como viniendo a decir algo realmente osado más allá de la osadía de la idea inicial.
Y en estos pensamientos de insatisfacción estaba yo inmerso mientras me iba a la cama después de ver Perfect Sense. Pensaba en interpretaciones para poder hacerme el cinéfilo guay si me preguntaban por la peli: que si All you need is love, que si perfectamente a cuento viene en estos tiempos de depresión, ira y caos esta crónica-ensayo de ficción; que si refleja ese deseo yaciente en el subconsciente humano de comer flores;
(Sigue sin spoilers)
Pero tampoco pasa mucho. Las cartas del posible desarrollo general de Perfect Sense están más o menos puestas boca arriba sobre la mesa a las pocas decenas de minutos, y solo quedan las siguientes cosas:
-Deleitarse con la impecable factura de la película.
-Observar, si se es espectador ávido, la historia desde un punto de vista alegórico en el que se trata de exprimirle la mayor cantidad de jugo (en forma de paralelismos, simbolismos y pajas mentales) posible a lo que nos sirve el guión.
-Esperar, con ansia, a que Ewan McGregor sonría para poder contemplar en todo su esplendor el prototipo de sonrisa ideal (ya explotada hasta la saciedad en Big Fish) de ese tipo humano que parece en peligro de extinción (al menos bajo la etiqueta que ahora diré): el bobalicón, hoy también llamado tolay.
Lo más interesante es lo segundo, sin duda. Y en este afán de perseguir la verdad tras la imagen y el sonido, en esa latente intención de comprenderlo todo, creo que yo me pierdo. Quiero comprender de más, cual intelectual inconforme -además de inconformista- con su propio intelectualismo, y acaba la peli y lo mismo podría estar pensando sobre el final o sobre el conjunto diez minutos que tres horas. El resultado será, aprox., en términos generales, el mismo: el hombre es la medida de todas las cosas, y se me antoja obvio.
Pero el caso es que aquí... Que sí, que fotografía y música molan mucho y son dignas de gozo pero es que a veces se emplean en el montaje recursos más propios de una especie de vídeo moñas (a veces lírico también) de autoayuda sacado de youtube y enviado en infinitas cadenas de correos que de una película que sale de una premisa como la del calibre de la que nos ocupa, y otras veces flojea la pareja protagonista, de química discutible. Así que hay un pequeño vacío ahí que a veces no cubre el guión. ¿Por qué? Porque a pesar de tener ideas cojonudas, incluso más allá del bendito premisón, parece en muchas ocasiones dejar las tintas a medio cargar, cuando todo se presta a una sana grandilocuencia reflexiva igual de altiva a la ya presente en todo momento, pero un poquito más profunda. Un poquito más perfilada. Como viniendo a decir algo realmente osado más allá de la osadía de la idea inicial.
Y en estos pensamientos de insatisfacción estaba yo inmerso mientras me iba a la cama después de ver Perfect Sense. Pensaba en interpretaciones para poder hacerme el cinéfilo guay si me preguntaban por la peli: que si All you need is love, que si perfectamente a cuento viene en estos tiempos de depresión, ira y caos esta crónica-ensayo de ficción; que si refleja ese deseo yaciente en el subconsciente humano de comer flores;
(Sigue sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...que si qué putada que tengamos que esperar al mayor de los caos para darnos cuenta, ya demasiado tarde (aunque no quiera meterse en eso David Mackenzie) de que vivir mola y muchas gilipolleces que hacemos en la vida son pérdidas de tiempo en perjuicio de tan noble principio.
Pero se ve que no solo era para exponer en hipotéticas tertulias esta dilucidación mis presuntuosas interioridad pseudofilosóficas, porque en verdad os digo que me sentí insatisfecho en lo más hondo de mi ser con todo lo que era capaz de concluir.
Ninguna interpretación me llenaba, y le eché la culpa al guionista, creyendo (quién sabe si estando en lo cierto o no) que en realidad la falta de definición del sentido, insuficiente, tímido, del filme, era un error, fruto de no tener las ideas claras y no de emplear la sucinta sugestión como arma amplificadora del mensaje (cosa esta última, que implicaría mi nulidad para asimilar ideas en suficiencia). En estas me quedé dormido y a la mañana siguiente, con el mismo sueño, como todas las mañanas, concluí de nuevo que el hombre es la medida de todas las cosas y que no podía culpar ni enfadarme con los artífices de Perfect Sense por no esforzarse o no querer poner lo más mínimamente claro cualquier cosa que quisieran decir en un mundo en el que no existe la claridad, y en el que puede que merezca mejor dejarlo todo, todo, o bastante, en manos de quien quiera hacerlo. Que eso es el arte y bla, bla, bla.
Y además, que para qué molestarse en hacer algo del todo bien en un mundo gobernado por irreflexivos seres incapaces, por siempre, con o sin películas como esta, de valorar realmente lo que tienen delante, y dentro también. Y... ¿acaso existe la valoración real?
Así que, sin llenarme del todo pero vaciándome algo del vacío, di gracias por hacer pensar. A Mackenzie y los suyos o a mí, no lo sé.
PD.: Parece que he hablado de una película de Tarkovsky (por decir algún nombre que conoces por su fama pero del que no has visto nada aún, cobarde) y en verdad, casi nada más lejos quedaría de él (supongo). Pero de ese mismo hecho parte casi toda la parrafada.
AHORA SÍ. "S·P·O·I·L·E·R":
Está bien eso de dejar al espectador sin los sentidos que van perdiendo los personajes (siempre que se puede y hasta cierto punto). Es un planteamiento interesante. Pero por otra parte, me habría gustado saber cómo afrontaría el equipo técnico el reto de mostrar, al menos durante unos segundos, la pérdida total de sentidos desde un punto de vista externo. Me explico: aquí llega la ceguera, se va la imagen (en una escena interesante, a todo esto), y FIN. Pero... ¿y si con la ceguera no perdiese el espectador la vista y pudiésemos asistir, además de a esos minutos de último y angustioso amor sensorial, a la pérdida del último sentido?
Verse sin sentidos, a parte de ser una idea que revuelve las entrañas, es atractiva para la reflexión. Resumo que hay espacio justo: me llama el tema. Hablamos, múltiples lectores.
Pero se ve que no solo era para exponer en hipotéticas tertulias esta dilucidación mis presuntuosas interioridad pseudofilosóficas, porque en verdad os digo que me sentí insatisfecho en lo más hondo de mi ser con todo lo que era capaz de concluir.
Ninguna interpretación me llenaba, y le eché la culpa al guionista, creyendo (quién sabe si estando en lo cierto o no) que en realidad la falta de definición del sentido, insuficiente, tímido, del filme, era un error, fruto de no tener las ideas claras y no de emplear la sucinta sugestión como arma amplificadora del mensaje (cosa esta última, que implicaría mi nulidad para asimilar ideas en suficiencia). En estas me quedé dormido y a la mañana siguiente, con el mismo sueño, como todas las mañanas, concluí de nuevo que el hombre es la medida de todas las cosas y que no podía culpar ni enfadarme con los artífices de Perfect Sense por no esforzarse o no querer poner lo más mínimamente claro cualquier cosa que quisieran decir en un mundo en el que no existe la claridad, y en el que puede que merezca mejor dejarlo todo, todo, o bastante, en manos de quien quiera hacerlo. Que eso es el arte y bla, bla, bla.
Y además, que para qué molestarse en hacer algo del todo bien en un mundo gobernado por irreflexivos seres incapaces, por siempre, con o sin películas como esta, de valorar realmente lo que tienen delante, y dentro también. Y... ¿acaso existe la valoración real?
Así que, sin llenarme del todo pero vaciándome algo del vacío, di gracias por hacer pensar. A Mackenzie y los suyos o a mí, no lo sé.
PD.: Parece que he hablado de una película de Tarkovsky (por decir algún nombre que conoces por su fama pero del que no has visto nada aún, cobarde) y en verdad, casi nada más lejos quedaría de él (supongo). Pero de ese mismo hecho parte casi toda la parrafada.
AHORA SÍ. "S·P·O·I·L·E·R":
Está bien eso de dejar al espectador sin los sentidos que van perdiendo los personajes (siempre que se puede y hasta cierto punto). Es un planteamiento interesante. Pero por otra parte, me habría gustado saber cómo afrontaría el equipo técnico el reto de mostrar, al menos durante unos segundos, la pérdida total de sentidos desde un punto de vista externo. Me explico: aquí llega la ceguera, se va la imagen (en una escena interesante, a todo esto), y FIN. Pero... ¿y si con la ceguera no perdiese el espectador la vista y pudiésemos asistir, además de a esos minutos de último y angustioso amor sensorial, a la pérdida del último sentido?
Verse sin sentidos, a parte de ser una idea que revuelve las entrañas, es atractiva para la reflexión. Resumo que hay espacio justo: me llama el tema. Hablamos, múltiples lectores.