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España España · Madrid
Voto de Pedro:
8
Drama Walter Vale (Richard Jenkins), un profesor universitario de Connecticut que viaja a Nueva York, se ve envuelto en la vida de una joven pareja inmigrante a la que encuentra viviendo en su apartamento de Manhattan, un piso que apenas visita. Tarek (Haaz Sleiman), un músico sirio, y Zainab (Danai Jekesai Gurira), su novia senegalesa, viven allí porque alguien les ha alquilado el apartamento, haciéndose pasar por el dueño. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thomas McCarthy afronta su segundo largometraje manteniendo con el anterior el nexo de tratar una historia que profundiza de manera sencilla y cotidiana en el interior de un reducido grupo de personajes descritos minuciosamente a través de los gestos, frases, y pequeños detalles que recoge la cámara con una medida fotografía. El adulto aunque pequeño Finbar de la internacionalmente premiada "The station agent" es sustituido en "The visitor" por el viejo profesor universitario Walter, e igualmente sirve de punto común para tratar y conocer a los otros personajes que conformarán el universo particular de un solitario perdido, llegando todos a su vez a resultar tan entrañables entre ellos como para el espectador.

El director y guionista se inspiró primero en las evocaciones de la música como detonante que libera y une a las personas, y por otra parte en observar en países que visitó de Oriente Medio el abismo cultural que separa a Occidente de ese otro lado del que se tiende a olvidar que también hay seres humanos respirando, viviendo, soñando...

La intención llega al receptor de la película con perfecta eficacia. El cuarteto de actores Richard Jenkins, Haaz Sleiman, Danai Gurira e Hiam Abbass se encarga de plasmar el mensaje con nitidez mediante interpretaciones naturales y sentidas dentro de un drama con algunas pinceladas aisladas de irónico humor. Y hace falta poco más que eso, unas localizaciones escogidas de la ciudad de Nueva York, y la música que traspasa barreras, para crear un buen trabajo sin demasiados alardes de presupuesto.

Al son del tambor africano de Tarek no sólo el profesor Walter Vale encuentra un camino moviendo sus manos para hacer "tam, tam, tam" allá donde va, sino que nosotros mismos le acompañamos en el plano final del andén del metro, golpeando rítmicamente los brazos de nuestro asiento mientras con una mezcla de melancolía y rabia se nos revuelve el estómago al darnos cuenta de que aún habitamos un mundo donde las personas padecen la existencia de fronteras que ni el dinero ni el poder tienen.
Pedro
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