Han pasado ya 28 años desde que el director italiano Giuseppe Tornatore deslumbró al mundo del cine con la entrañable y algo empalagosa ‘Cinema Paradiso’, sin duda su obra cumbre y más recordada, que a la distancia y ante cada nuevo estreno de su director, luce cada vez más lejana.

Ahora aborda la historia de Amy Ryan (Olga Kurylenko), una joven actriz que trabaja como doble de riesgo y quien además estudia en la universidad un posgrado en astrofísica, donde conoció al que fuera su profesor y ahora es su pareja sentimental, Ed Phoerum (Jeremy Irons), un notable astrofísico.

Pero todo cambia cuando Ed desaparece, es decir pasa a mejor vida, a Amy le será difícil aceptar su nueva realidad pero de pronto empieza a recibir mensajes, correos y cartas que vienen misteriosamente firmadas por Ed, lo que trastoca por completo la vida de Emy.

Con un tono amable en su primer tercio, la nueva película de Tornatore parecía adscribirse a la lista de cine romántico, pero de pronto un giro en el guión mueve todo dentro de la historia, y lo que parecía un cuento de amor sin fin termina siendo la crónica de un amor caprichoso y enfermizo, que nunca se decide por el lado de lo fantástico, tornándose en un relato muy convencional y que se antoja por demás forzado.

Y es que en su afán de contar una original historia de un amor que trascienda al tiempo y la muerte, Tornatore pierde el rumbo y lo que en un momento parecía novedoso y fresco se torna rápidamente en algo repetitivo e insustancial, llegando a ser incluso soporífero.

Así, lo que parecía una inolvidable historia de amor termina siendo un aburrido relato que a pesar de no decantarse por lo delirante, termina rozando por momentos lo absurdo y lo ridículo.


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