La idea de Disney de rescatar sus películas animadas y llevarlas a la acción real sin duda obtiene un amplio aprobatorio ante la nostalgia invadida y todo lo que ello genera, pero que, al estar ante el resultado final de esa trasposición, deja por otro lado una sensación carente del factor sorpresa ante algo que ya habíamos visto.

Esa sensación es la que queda tras visionar esta versión live action de ‘La bella y la bestia’ tras haber disfrutado años atrás su versión animada, estamos ante una historia probada y aprobada que apenas se permite introducir a un personaje con tímidas connotaciones gay, que poco aporta a la historia.

El primer número musical es espectacular y visualmente brillante, presenta a una esplendorosa Emma Watson en su aldea y la percepción que sus vecinos tienen de ella, aparecen algunos personajes secundarios y el infumable Gastón, no tan antipático como en la película animada, con un buen trabajo a cargo de Luke Evans.

Pero la historia avanza, y quien ya ha visto el filme que consiguió colarse entre las nominadas a mejor película en los premios Oscar debe conformarse con el esplendoroso espectáculo visual cuidado al detalle, en una puesta que respeta totalmente su fuente y que apenas en algunos números musicales consigue aportar algo de originalidad.

La película gana con la siempre agradable presencia de una Emma Watson cuyo encanto desborda la pantalla con una simple sonrisa, sin duda nadie la podría superar para encarnar este papel, por lo menos no en cuanto a la gracia y simpatía que el mismo requiere, no así el personaje de la bestia, cuya digitalización es demasiado notable, y en los pocos momentos en que aparece el desdichado príncipe, la presencia de Dan Stevens no logra nunca ubicarse al nivel de Watson.

Pero la de ‘La bella y la bestia’, si bien muy conocida es una buena y linda historia, que el director de ‘Dreamgirls’ y las últimas entregas de ‘Crepúsculo’ narra de manera adecuada sin meterse en complicaciones, apegándose a la nostalgia de los viejos espectadores, en una historia que, a pesar del esfuerzo de llevarla a la acción real, tiene los momentos más entrañables con los pequeños personajes animados que habitan el castillo de la bestia.


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