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México México · Monterrey
Voto de Quique Mex:
7
Comedia Tras un error cometido por el presidente de la república, una televisora intenta desviar la atención de su error revelando un video que involucra crímenes del Gobernador Carmelo Vargas. Posteriormente el gobernador decide negociar con la televisora para cambiar su imagen y convertirlo en una estrella política. (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2014
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película de Luis Estrada llega a las pantallas en un momento sumamente sensible en el país, luego del desafortunado manejo de la información por parte del gobierno federal y las televisoras, en los casos de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa o lo sucedido en Tlatlaya, entre muchos otros casos.

Y es precisamente la televisión la protagonista en esta nueva sátira escrita por el mismo Estrada y Jaime Sanpietro, en la que a manera de repaso de muchos acontecimientos y frases conocidas y referenciadas, Estrada crítica el papel dominador de la televisión en la vida política y social del país.

Ante un exabrupto del Presidente de la República, (Sergio Mayer), la televisora dominante deberá generar una cortina de humo para así desviar la atención hacia otro lado, a la que llaman ‘operación caja china’, por lo que en su noticiero estelar muestran las imágenes de un Gobernador (Damián Alcázar) recibiendo dinero de un narcotraficante, a pesar de ser éste del mismo partido político del Presidente.

Ante el duro golpe a su imagen pública, el Gobernador Vargas decide contratar los servicios de la misma televisora para efectos de revertir su golpeada popularidad, todo con el objetivo de alcanzar la silla presidencial en las siguientes elecciones, total, la televisión ya había puesto al presidente en turno.

Así, la televisión pone al servicio de Vargas a su productor más exitoso (Alfonso Herrera) y a su reportero estrella (Osvaldo Benavides), quienes tendrán que ir corrigiendo al paso cada trastabille de su contratante, además de esquivar los golpeteos mediáticos de su principal opositor (Joaquín Cosío), sin escrúpulos y manipulando cualquier situación a su favor, valiéndose otra vez de su ‘operación caja china’, todo con tal de mantener el control de los hechos y por supuesto, los altos índices de audiencia.

La película de Estrada, al igual que las más recientes realizadas por el controvertido director (La Ley de Herodes, Un Mundo Maravilloso y El Infierno) utiliza los mismos recursos narrativos vistos en sus predecesoras para señalar la infinidad de actos de corrupción, tráfico de drogas, secuestros, violencia etc., que se suceden en los diferentes estratos y niveles políticos y sociales en el país, siempre con un humor negrísimo, pero ahora con la salvedad de la pulcritud de la fotografía a cargo del reconocido fotógrafo español Javier Aguirresarobe, (El sol de membrillo, Hable con ella), casi todo con un look mas parecido a un noticiero televisivo.

En esta ocasión Estrada se jugó a mezclar a actores de sobrada experiencia en cine, y recurrentes en su filmografía., con otros salidos de las telenovelas de Televisa, y salió airoso ante tal reto, ya que sorprende la solidez interpretativa de Herrera y Benavides, así como la acertada elección de Sergio Mayer en la parodia al presidente, aunque en este caso no tanto por sus cualidades interpretativas, caso contrario el de Saúl Lizaso con su desangelado presentador de noticias.

Con secuencias antológicas que causan risa al mismo tiempo que mueven a la reflexión, al caer en cuenta el espectador de lo grave del hecho (real) en el que está basado, la mordaz crítica de Estrada se percibe un tanto más blanda, por decirlo de algún manera, mas cercana a Un Mundo Maravilloso que a La Ley de Herodes, aunque sigue siendo efectiva.

Lo débil de La Dictadura Perfecta no es su discurso, sino la forma, a partir de las salidas narrativas de las que se vale para expresarlo, como ejemplo de lo que no funciona del todo, es la trama del secuestro de las niñas, alargada a la manera de las telenovelas, y con bastantes escenas innecesarias metidas con calzador (los flirteos del reportero con la madre, el romance de ésta con algún novio, etc), en detrimento del ritmo y tono de la película.

A pesar de ello, La Dictadura Perfecta es una película efectiva y valiente, pero que se ve rebasada por lo mismo que denuncia, en un caso más donde la realidad supera con creces a la ficción.
Quique Mex
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