La directora inglesa Andrea Arnold experimenta con su primera vez en suelo norteamericano en una película que recorre buena parte de la geografía de los Estados Unidos en la que sin embargo no pasa mucho.

La protagonista es Star (Sasha Lane), una jovencita que sobrevive buscando comida en los contenedores de basura, hasta que un día conoce a Jake (Shia LeBouf), un joven que lidera a un grupo de jóvenes que viajan en caravana vendiendo productos casa por casa.

Cuando Jake le propone se les una como una trabajadora más, Star no se lo piensa demasiado y abandona a su disfuncional familia para integrarse a un variopinto grupo de vendedores, para iniciar un recorrido en el que su vida empezará a cambiar.

Con un aire a la típica road movie independiente norteamericana y filmada en un formato cuadrado, la película de Arnold captura algunos momentos de plenitud lírica y otros más de banalidades en su mirada carente de discurso acerca del sueño americano.

La historia se recarga más en contar el romance de Star con Jake que en profundizar en los cambios a los que se van enfrentando sus personajes, si acaso lo consigue un poco más con el de Sasha Lane, dejando a todos los demás como mera decoración para un relato que se siente con bastante cálculo, si bien es cierto que tiene, en parte gracias a la magia de la música seleccionada, algunos pasajes con cierta belleza.

Pero el principal lastre del relato es su excesiva duración, la cual ronda las 3 horas de metraje, lo que lo vuelve reiterativo y cansador, aunado a que Arnold no logra transmitir todas las emociones que su personaje debió experimentar en su aventura.


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