Las temáticas familiares son una constante en el cine del realizador japonés Hirozaku Koreeda, si en la anterior ‘De tal padre, tal hijo’ exploraba la paternidad con la historia de un matrimonio a quienes les cambiaban su bebé al nacer, ahora cuenta una historia desde la perspectiva del ser hijo.

Tres hermanas solteras y trabajadoras se enteran que su padre, que las abandonó cuando eran chicas, ha muerto, por lo que deberán viajar a otra ciudad para asistir a su funeral y de paso conocer a su pequeña media hermana, quien ha quedado desamparada pues vive con su madrastra al morir su madre años atrás.

Luego de conocerse en pleno funeral, las hermanas le plantean a la chica que se mude a vivir con ellas, aceptando casi de inmediato y ya instaladas todas en la misma casa, la más pequeña deberá integrarse a su nueva vida con la ayuda de sus hermanas.

Si bien la premisa anunciaba un drama familiar, Koreeda lo desarticula al plantear una historia en la que no existe un conflicto central, sino que basa su relato en mostrar la cotidianeidad de las chicas, su convivencia en casa, su paso por escuela o trabajos, sus relaciones amorosas y muchos momentos diferentes donde se las ve compartiendo la comida.

Así, cada experiencia individual, que contiene su propio conflicto, servirá para verlas interactuar en base a cada situación, donde se darán cuenta que cada una de ellas tiene al resto para sobrellevar cualquier problema, los cuales se perciben permeados por el fracaso de la relación de sus padres y su posterior ausencia, lo cual queda más en evidencia en el conflicto de la hermana mayor y su relación con un hombre casado.

Koreeda se las arregla para conseguir una película llena de belleza, emotividad y sutilezas, en otro agradable retrato de familia del notable realizador nipón.

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