La nueva película del director William Brent Brell (Stay Alive, The Devil Inside), toma todos los elementos típicos de cualquier película de terror: una casona imponente y alejada, una inocente y desprotegida chica y un inofensivo muñeco que esconde tras de sí una intrigante historia, y sorpresivamente, consigue con esos elementos hacer una efectiva película.

Laura Cohan (The Walking Dead) es Greta, una chica estadounidense que llega a un alejado pueblito inglés donde se ubica la casa del matrimonio Heelshire, quienes se tomarán unas vacaciones por lo que la han contratado para cuidar a su pequeño hijo Brahms, que en realidad es un muñeco de porcelana al que debe despertar, vestir, alimentar, leer poesía y ponerle música a alto volumen cada día como parte de una lista reglamentaria de actividades que ella debe seguir para tenerlo en paz.

Pero apenas el matrimonio se retira de la casa, Greta se toma su estancia en la casona como si de una vacaciones pagadas se tratase, hablando con su hermanan en USA nos enteramos que huye de alguien y que ha sufrido una pérdida, pero la calma pronto termina cuando descubre que Brahms pareciera no estar muy contento con su desempeño, por lo que después de un par de sustos, decide seguir las reglas ante el asombro de Malcolm (Rupert Evans), el joven que cada ciertos días abastece la casa y quien le cuenta la historia del verdadero Brahms, el hijo del matrimonio Heelshire, muerto en un incendio algunos años atrás.

Aunque la premisa se antoja un tanto inverosímil y ridícula, el director consigue pronto hacerla creíble desde el mismo inicio y sacando perfecto provecho de todos y cada uno de los elementos con los que cuenta para generar suspenso y ese clima sobrenatural que el relato precisa en su primera mitad, sin llegar a ser terror pleno.

La eficacia del relato y el verosímil de la historia siempre están en riesgo pero se sostienen gracias a un guión bien trabajado que contiene un sorpresivo giro llegando al último tercio que funciona con reservas pero que permite alargar el relato hacia un final si bien convencional, que incluye ciertos guiños a Halloween de Carpenter, pero funcional a la película.

‘The Boy’ es una película que si bien no llegar a ser un film de horror sabe sacar provecho de sus algunas virtudes y conseguir darle forma a una película que funciona y que es inquietante, aunque queda a deber en cuanto a sustos.

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