Un film rutinario que sigue todas las convenciones del cine de espías, dirigido por un experimentado en el género.

Pierce Brosnan es Peter Devereaux, un ex agente de la CIA, retirado a causa de un operativo mal ejecutado por un discípulo que no acató una orden suya, ahora Peter vive tranquilamente en Suiza, un día es convocado por su ex jefe para proteger a una mujer involucrada en una investigación contra la mafia rusa.

Esto devolverá a la acción a Devereaux, que se las sabe de todas, todas, y que además deberá enfrentarse ante su aprendiz David Mason (Luke Bracey), y proteger a una importante testigo en la causa (Olga Kurylenko).

A pesar de que el eje argumental de la película es la relación entre Devereaux y su aprendiz, la trama recurrentemente sale disparada hacia otras subtramas que hacen perder por momentos el hilo narrativo y que restan cohesión al relato.

Y es que el peso del filme recae casi en su totalidad en el personaje interpretado por el ex James Bond, que a pesar de los años que se carga queda muy por encima en su duelo actoral con el joven Luke Bracey, cuya actuación gris y limitado carisma aporta poco y se pierde entre una gran cantidad de buenos y experimentados actores, además de el porte y espléndida presencia de Kurylenko.

The November Man vuelve una y otra vez por lugares ya muy visitados por el cine del género, resultando una película si entretenida, pero que no aporta nada nuevo bajo ningún aspecto, llevadera pero que no arriesga nada y que se puede ver y olvidarse apenas termine la proyección.