Como existe de todo en la viña del señor, y el entreteniemto (que a veces se nos olvida que el cine es también entretenimiento), una película como '3 metros sobre el cielo' tiene que existir como también tienen que existir obras maestras que nos corten la respiración.

'3 metros sobre el cielo', seguramente, no cortará la respiración de ningún adulto, aunque todo puede pasar, pero sí cortará la respiración a más de un/a adolescente, porque es un producto teen se mire por donde se mire. Eso no es en ningún caso algo peyorativo. De productos teen hay de todo tipo, algunos más acertados que otros, todos tienen los mismos ingredientes: el tío bueno y cachas y la niña bonita luciendo cuerpo, una filmación estéticamente muy atractiva, una historia que no ganará un Pulitzer, pero que, en cierta manera, sin ser original, tiene elementos que pueden resultar atrayentes a los ojos de las adolescentes que acudirán en masa a ver al tío bueno de turno. En este caso a Mario Casas. Aunque haga lo que haga, irían a verla. Esta historia tiene algo más.

Y así es como '3 metros sobre el cielo' juega sus bazas. Una Barcelona (casi) irreconocible es el lugar en el que se mueve Hache, un Mario Casas muy entregado e inspirado, un chico 'malo' con una moto de gran cilindrada, rebelde con causa, que busca vivir el momento sin pensar en lo que pasará en el futuro. En el polo opuesto, está Babi, entregada también María Valverde, la niña pija, un poco empollona´e hija modélica, con la que Hache establecerá una relación amor-odio que tendrá consecuencias trágicas.

'3 metros sobre el cielo' juega así con los arquetipos contando con la complicidad de dos actores jóvenes, con mucho que decir en el cine. La estética es destacable y la película, sin ser nada del otro mundo, tiene un aire trágico que lo va impregnando todo hasta un final tan previsible como certero. Lo dicho: es entretenida y se deja ver gracias al trabajo de los actores y del director. En ciertos momentos, cae en la cursilería fácil, pero en otros tiene una gran intensidad.