Estamos ante un poema bien calculado de un tópico ya bastante conocido: el posible enfrentamiento del ser humano contra la máquina. Aún así, esta película desde un principio nos deja claro que su intención es sutil y sobria.
Posee gran belleza visual y una tensión que siempre yace en el subuselo. Tensión que finalmente nunca logra despegar como uno piensa que sucederá. Con todo, es una película que satisface y hace sentir su presencia logrando su cometido: mantener la atención y hacernos sentir que estamos viendo algo digno.
La hechura de "Ex Machina" es exquisita. Cala hondo visualmente y logra ganarse un lugar en la memoria (algo díficil de conseguir ante la sobreestimulación que tenemos por parte del género), la música es un éxito que aparece donde debe aparecer, para adherezar unas actuaciones protagónicas y secundarias muy competentes y creíbles. ¿Se ha visto un androide más embriagador que la hermosa Alicia Vikander?
"Ex machina" no aporta nada nuevo, o que no hayamos visto ya, a la bien conocida fórmula "inteligencia artificial versus humanidad", muy explotada en Hollywood. Ni a la narrativa de la misma. También carece de lenguaje complejo de entender en cuestiones sci-fi, prescinde de secuencias de acción que nos roben el aliento. Puede que muchos la encuentren corta y de bajas aspiraciones, sin que logre traspasar su intensidad visual.
Pero la intención del director no es ésa.
Por el contrario "Ex Machina" rehace, con mucho cerebro y corazón, una de las ambiciones más solicitadas de la industria: la inteligencia artificial.
Fans de los gigantescos blockbusters con interminables escenas de destrucción, no creo que ustedes disfruten de la delicadeza de "Ex Machina".