Para ésta ocasión Ben Affleck ha intentado buscar a las masas, al gran público, colocando en el papel protagonista a un grupo de delincuentes de los bajos fondos, de esos que en cierta medida te acaban resultando simpáticos, porque han tenido una infancia muy dura y todas esas cosas. De todas maneras, el guión hace aguas, y aunque el concepto resulta interesante, tiene una serie de irregularidades de las que es difícil no sacar punta cuando te planteas algunas cosas sobre la historia. Además, el excesivo protagonismo de Ben Affleck, que prácticamente podría haber dirigido y protagonizado la película él solito con la ayuda de unas cuantas marionetas, termina haciéndose de lo más pesado. En parte porque el actor tiene unas líneas de diálogo que, en ocasiones, resultan eternas, y la película intenta ser trascendental, cuando en realidad no lo es tanto.

Por suerte, quedan algunos actores secundarios que aparecen y nos ofrecen un poco de interés añadido, como Chris Cooper o Jon Hamm, además del televisivo Titus Welliver, que también realiza un trabajo más que eficiente. En cuanto a Jeremy Renner, que tiene un papel bastante principal, no termina de convencer y le vemos un poco forzado desde el inicio de la historia.