De una película que abarca tantos personajes, quisiera destacar la figura de la madre, que es la que parió a los cinco hermanos, quien decide abandonar el pueblo y emigrar a Milán, donde Vicenzo, el mayor, debe hacerse cargo de la familia en ausencia del padre. La madre es quien cuida de ellos, les hace el desayuno con lo poco que tiene a mano antes de ir a trabajar por primera vez limpiando de nieve la ciudad, es un ejemplo de imperturbabilidad, ella permanece fiel en su amor a los hijos y no le importa lo que hagan y los líos en los que se meten.

La película de Visconti es un melodrama ejemplar del que se ha escrito mucho sobre la interpretación átona de Delon, sobre su excesiva bondad, sobre su actitud incomprensible respecto a la pobre mujer que tiene enamorado locamente a su hermano Simone. Todo son aciertos en esta ocasión, incluso la cantidad de minutos empleada, bastante más de dos horas en las que no hay lugar para el aburrimiento.

Puede que en el alma humana permanezca la huella indeleble del emigrante, puede que el ser humano sea en esencia emigrante y por ello una película como "Rocco y sus hermanos" sea tan notable, porque explica lo que ciertamente somos todos. La familia recién llegada a la ciudad es objeto de una descripción que no deja nada en el tintero, todo queda bien explicado y no es tarea fácil hacerlo cuando hablamos de tantos personajes viviendo situaciones tan complejas. Una etapa vital nueva, un mundo urbano nuevo en el que encontrar el buen camino. No aspiran a nada más que eso, alcanzar una vida digna que les era negada en el pueblo, donde vivían como animales.

Por ello la relevancia de los consejos finales al hermano pequeño es lo más nombrado, la posibilidad cierta de volver al pueblo o no, la reflexión acerca de la vida en un lugar o en otro, las raíces, la necesidad de encontrar el buen camino... Y la madre detrás, que es la que sufre por sus hijos, la que nunca falla y siempre encuentran en casa dispuesta a dar un abrazo y ofrecer soluciones. La más fiel, siempre, la madre. Me quedo con ella y no es fácil dejar en un segundo plano contenidos tan pasionales como el triángulo amoroso tan mencionado, la metáfora del combate de boxeo...

Y la maestría de Visconti, capaz de aburrirme tantísimo en otras ocasiones y que aquí luce con un trabajo impecable. No es fácil sumar tantas cosas, juntarlas, y que el resultado sea una película coherente y cohesionada. Puede que la madre sea el verdadero pegamento y haga que todo funcione... Ahí queda mi pequeño homenaje.