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Cuba Cuba · Barcelona
Voto de Luisito:
6
Drama Shinnosuke acepta casarse con Shizu con tal de poder estar cerca de su hermana Oyu, viuda y madre de un hijo. Las costumbres japonesas prohíben que Oyu se case porque su deber es educar a su hijo para que llegue a ser el jefe de la familia de su marido. Entre los tres se creará un extraño vínculo. (FILMAFFINITY)
23 de marzo de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todos los triángulos amorosos que el cine ha parido, que deben ser miles, el que nos presenta aquí Kenji Mizoguchi estaría en las primeras posiciones de la lista de los más raros e incomprensibles. Me atrevería a decir que incluso para el espectador que esté acostumbrado a la ética y costumbres niponas hay cosas que no acaban de cuadrar, y ello se debe indiscutiblemente a la ambigüedad de uno de los vértices de ese triángulo. Hay dos que lo tienen muy claro, el enamorado y la hermana con la que se casa, pero todo chirría cuando atendemos a las razones de la teórica protagonista, la señora Oyu, que no sabemos si ama o no ama, si se hace la distraída o es que es ciega.

Lamento posicionarme en contra de la actitud de la parte masculina, que no lleva al límite que yo esperaba sus actos. En lugar de tomar el sabio consejo que le ofrecen, secuéstrala y llévatela lejos si la quieres, decide vivir una existencia en la que ve negada su voluntad. Viene a ser un cobarde, para mí se equivoca y no tiene el valor de dejarse llevar por la pasión. Nuevamente, creo yo, otra actitud no se ajusta a lo que es la ética japonesa correcta.

De todos los directores japoneses considerados clásicos, es una opinión por supuesto, Mizguchi es el que menos atrae. Reconozco que mueve la cámara como los ángeles, que usa las elipsis de forma magistral y que nos enseña la vida del japonés tal cual era. Bien es cierto que aquí se trata de la vida de familias más bien acomodadas, no son los japoneses típicos de los primeros años de la década de los cincuenta... pero no importa, su fotografía en blanco y negro es una gozada y al menos sabe crear un clímax final que sí corresponde con todo lo que queda detrás.
Luisito
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