'Skyfall', la penúltima película del sempiterno 007, abría en sus escenas finales una re-génesis de las aventuras del espía. Nos contaba, solapadamente, en el transcurso del film una vuelta a los orígenes del personaje, como si de un episodio 0 se tratase. Bien. Algo parecido sucede con 'Kingsman'. La película expone la creación de un espía. Cómo se moldea a un agente de élite, cómo se le entrena para ser el mejor y el más letal. La diferencia viene en la forma de contarlo. Así como el Bond de Sam Mendes (y Martin Campbell, no lo olvidemos) y Daniel Craig bebe directamente de la fuente de Jason Bourne, Matthew Vaughn saca a pasear lo mejor de su estilo propio para moldear con un impresionante y brutalísimo montaje de escenas de acción a este espía del nuevo tiempo. Acompañado de un Colin Firth impecable e inconmensurable, que se lleva por méritos propios lo mayores halagos del film (y eso que hay para todos), la réplica ofrecida por el bisoño Taron Egerton es digna de alabar, huyendo del estereotipo de ídolo juvenil guapito al uso y dotando a su personaje de varias capas que van cayendo a lo largo del metraje y van descubriendo nuevas virtudes en el joven actor. 'Kingsman' parece reírse en la cara de los nuevos Bond y Bourne. Parece rodada con cámaras puestas hasta arriba de speed, coca y metanfetamina. Y eso no es malo. Es lo MEJOR. El montaje y la coreografía de las escenas de acción no tiene precedentes (en realidad sí. Guy Ritchie y el propio Matthew Vaughn ya enseñaron algo de este músculo en sus respectivas 'Snatch' y 'Kick Ass'), el ritmo de la película es apabullante pero increíblemente divertido. No decae, no da un segundo de respiro y lo mejor (o lo peor): Sus casi 130 minutos de duración pasan en un suspiro. Eso aparte de una dirección de actores y de una selección de cásting impecable, con unos magníficos Samuel L. Jackson, Mark Strong y, cómo no, Michael Caine.
Es agradable, muy reconfortante, que en películas así (y qué coño, en el cine en general) se salten estereotipos y alguien se salga del camino para ofrecer un producto fresco, sorprendente y atrevido. El cine es, entre otras muchas cosas diversión. Y 'Kingsman' en ese caso es CINE así, con mayúsculas. Junto con 'Mad Max', la mejor película de 2015.

ME GUSTÓ: Decir una sola cosa resultaría injusto con el resto de la película. Es prácticamente perfecta.
NO ME GUSTÓ: Pensar con recelo en su secuela. El listón queda increíblemente alto.