Cuando supe que iban a hacer otra película de Indiana Jones no cupe en mi de gozo. Iluso. La esperé como agua de mayo. Iluso. Tantos años después, parecía imposible que fueran a hacer una nueva película, pero allí estaba. Iluso.

Me planté en el cine el día del estreno mismo, con toda la ilusión de un (sí) iluso. Y cuando acabé de verla, no dudé ni por un momento en sacar mi libreta e incluirla entre las cosas que no haría si pudiera volver atrás en el tiempo.

No es que sea mala, que lo es. No es que no haya visto películas en el cine tan malas como esta, que desearía no haber visto. A todos nos ha pasado alguna vez. El problema es que arruina la saga.

Si con esta crítica evito que un fan de las películas de Indiana Jones que aún no haya visto La Calavera de Cristal vaya a verla, creo que me doy por satisfecho y puedo morir tranquilo.

Para los interesados, olvido facilmente las malas películas, y pronto solo quedarán pequeños rastros de lo ocurrido en mi cerebro, hasta el punto en que solo parezca un mal sueño.