Tras su advenimiento, el cine ha sido un arte que ha servido para muchos fines. Desde el más puro entretenimiento, hasta un vehículo propagandístico de muchos colores, pasando por un mero formato para contar historias y transmitir emociones, denunciar abusos o un sinfín de acontecimientos de toda índole. Sin embargo, una de las facetas más asombrosas y desconocidas del séptimo arte ha sido la de salvar vidas, algo que comprobaron en sus propias carnes los diplomáticos estadounidenses destinados en Teherán durante la Revolución de los Ayatolás en 1979. Una fascinante historia que Ben Affleck ha llevado a la gran pantalla dirigiendo y protagonizando Argo, una obra maestra sin paliativos.

La cinta es una perfecta combinación de emociones. Sentimos en nuestro propio cuerpo la desesperación por el destino de los diplomáticos secuestrados; la rabia al presenciar la llegada de un régimen de terror que hoy día continua expandiéndose; o el desasosiego de Mendez y el resto del equipo lejos de sus casas. Y a la vez, la carcajada nos invade con las portentosas actuaciones de dos secundarios, Alan Arkin y John Goodman, que representan la frivolidad de un Hollywood al servicio de la CIA. Sensibilidades radicalmente opuestas pero que Affleck, apoyado por el resto de un reparto sobresaliente que completan actores como Bryan Cranston, Kyle Chandler, Tate Donovan o Clea Duvall, logra casar para ofrecer espectáculo cinco estrellas y un sentido tributo al cine y todo el aura de este maravilloso arte.

De siempre he sentido gran admiración por Ben Affleck. Con Persiguiendo a Amy, El indomable Will Hunting, que él mismo escribió junto a Matt Damon, o Dogma, el de Boston ha dejado muestra de su talento, a pesar de que gran parte del público y la crítica ha ido por el camino fácil de menospreciarlo. Esa valía interpretativa también la ha sacado a relucir recientemente tras las cámaras. Primero con Adiós pequeña, adiós y más tarde con su segundo trabajo The Town. Sin embargo ha sido con Argo donde le ha llegado el reconocimiento mundial, a pesar de no se ni tan siquiera nominado al Oscar en la categoría de director. Incoherencias de la Academia.

Pero volviendo al asunto, la alabanza a su labor en Argo es merecida. La cinta es todo un prodigio técnico en materia de realización, con la filmación de secuencias y planos verdaderamente magistrales. Sea cámara al hombro o con endemoniados travellings, Affleck consigue transmitir la tensión que entrañó toda la operación de rescate. Momentos de apabullante angustia en el aeropuerto, el mercado o en el propio avión, donde el actor y realizador norteamericano pone toda la carne en el asador, hasta hacer dudar al espectador de la veracidad de los hechos históricos.

Definitivamente, un thriller que no pierde frescura con cada visionado y se disfruta como la primera vez. Argo es la confirmación de un Ben Affleck estratosférico que en su tercer trabajo manda un claro mensaje a sus detractores: si no os gusto, 'argoderse'. Una joya del cine moderno y sin duda, la mejor película del 2012.

Más datos sobre esta y otras películas en el blog: http://argoderse.blogspot.com.es/