Aburridísima película de presunta ciencia-ficción, adaptación de las fantasiosas historias "pulp" de principios del siglo XX de Edgar Rice Burroughs. Trufada de diálogos sin el más mínimo interés y escenas de acción confusa y atropellada, en vez de divertir, adormila. Encima, guionista y director van de pedantes por la vida y tratan de meternos de soslayo un discurso moralizante que parte del traumático pasado del protagonista, pasado que al espectador, todo hay que decirlo, se la suda... Como casi todo lo que ocurre en esta majadería marciana.

Y es que hoy sabemos infinitamente más sobre Marte de lo que pudieran siquiera llegar a imaginar nuestros bisabuelos. Y ahí reside uno de los errores del desafortunado guión: tratar de trasladar sin más el universo fantástico de Burroughs, concebido en una época en la que la gente veía canales artificiales en Marte y se imaginaba Venus como un vergel habitado por dinosaurios, conduce directamente al ridículo. Para tener un mínimo de verosimilitud que permita al espectador hacerle el juego al cineasta y poner en marcha el mecanismo de la suspensión de la incredulidad, las aventuras de Carter tendrían que haber sido adaptadas de alguna manera a lo que hoy más o menos cualquier espectador sabe sobre ese pedregal rojizo y asfixiante que es Marte: tal vez un viaje a un universo paralelo, o a un pasado remoto en el que Marte pudiera ser más o menos habitado podría facilitar la complicidad de espectador. Pero no. Un sudista que huye de los indios se mete en una cueva y, gracias a un absurdo talismán, aparece en Marte. Por favor...

En cuanto al resto de la trama, pues tampoco es que sea demasiado interesante; al espectador le traen sin cuidado las complejas relaciones político-militares entre las culturas "humanas" de Marte y el idioma de esos "marcianos" más "auténticos" del que se nos da un cursillo intensivo sin subtítulos hasta que un alma caritativa (la hija del jefe) le da al protagonista un mejunje de un botijo y... ¡alehop! Ya los entiende (y los entendemos) a todos. Menos mal. También le podría haber dado al guionista una pastilla para activarle las neuronas de los diálogos con chispa y las situaciones divertidas, que buena falta le hacen a este truño.

Mención a parte merece el super-perro marciano (parece una salchicha con esteroides) y los ridículos hiper-saltos del protagonista, así como sus increíbles habilidades para la lucha cuerpo a cuerpo, que le llevan a derrotar el solito a todo un ejército.

Para terminar, le pongo un dos por la fotografía, algunos elementos de diseño (como las naves) y los hermosos y agrestes paisajes en que ha sido rodada. Si no, se iría con un 1.