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Voto de Antonio Morales:
8
7,1
3.134
Intriga. Romance
A pesar de que sus últimas misiones son bastante irrelevantes, el agente secreto británico Alec Leamas no desea abandonar la clandestinidad para ocupar un despacho oficial. Su nueva misión en la Alemania Oriental parece más interesante: consiste en hacerse pasar por un desertor y para que su deserción resulte verosímil se las ingenia para desacreditarse y desacreditar a sus jefes hasta conseguir que lo expulsen de la agencia de ... [+]
28 de julio de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El espía que surgió del frío” nos muestra el lado más sucio, sórdido e indigno del oficio de espía, y el agente Alec Leamas (Richard Burton) se encarga de llevarlo a cabo. Ritt, el director, consigue hacer patente, con ejemplar fluidez, el verdadero trasfondo de la historia: acatando, aparentemente, las órdenes que le transmite Control (Cyril Cusack), Leamas está mostrándose tal como es realmente; es decir, como un escéptico que ahoga en alcohol su agonía moral. Leamas no tiene que esforzarse mucho para representar su papel: el hombre que vagabundea de trabajo en trabajo cargado siempre con su media botella de whisky y que desprecia tanto al Este como al Oeste es el auténtico Alec Leamas.
En este sentido, las secuencias por la biblioteca, por las tiendas, y por un Londres gris, húmedo y deprimente, son las mejores del film. Nunca como aquí había logrado Ritt retratar tan bien la sordidez y nunca lo volvería a superar. La frialdad del tono de Ritt se hace por una vez necesaria: consigue quemar como el hielo. Cuando se centra en la trama de espionaje no hay lugar para el glamur, ni el exotismo en la vida del espía, sólo sutiles movimientos de ajedrecista realizados con precisión, triste realismo, pues acaban siendo retratados como autómatas fríos, inalterables, dotados de una repugnante inteligencia tras su aspecto de personas normales que carecen de vocación heroica.
Por si fuera poco, el personaje más humano es también el más patético del film, Nan Perry (Claire Bloom), una triste bibliotecaria con ideas comunistas que acaba siendo manipulada tanto por el hombre al que ama como por los propios compañeros del partido. Le Carré nos muestra su notable falta de fe en el ser humano, no hay distinciones ideológicas, no hay maniqueísmos, sino que todos los implicados en estos tejemanejes políticos muestran la misma predisposición a poner sus objetivos por delante del resto de seres humanos, obviando las consecuencias de sus decisiones. (continúa en spoiler)
Martin Ritt fue un director de filmografía desigual, pero “El espía que surgió del frío” es, sin duda, su mejor trabajo, y la mejor película de espías jamás filmada, en mi opinión. Buena parte de su logro debe recaer en la prodigiosa fotografía de Oswald Morris en blanco y negro, con una iluminación que marca los contrastes de la imagen, sobre un magnífico trabajo de montaje de Anthony Harvey, sobre la interpretación del conjunto del reparto, y sobre la base novelesca que le sirve de apoyo, una de las mejores de John Le Carré, muy bien adaptada por Paul Dehn y Guy Trosper. Casi era imposible que, contando con esos elementos, el film no hubiera sido bueno.
En este sentido, las secuencias por la biblioteca, por las tiendas, y por un Londres gris, húmedo y deprimente, son las mejores del film. Nunca como aquí había logrado Ritt retratar tan bien la sordidez y nunca lo volvería a superar. La frialdad del tono de Ritt se hace por una vez necesaria: consigue quemar como el hielo. Cuando se centra en la trama de espionaje no hay lugar para el glamur, ni el exotismo en la vida del espía, sólo sutiles movimientos de ajedrecista realizados con precisión, triste realismo, pues acaban siendo retratados como autómatas fríos, inalterables, dotados de una repugnante inteligencia tras su aspecto de personas normales que carecen de vocación heroica.
Por si fuera poco, el personaje más humano es también el más patético del film, Nan Perry (Claire Bloom), una triste bibliotecaria con ideas comunistas que acaba siendo manipulada tanto por el hombre al que ama como por los propios compañeros del partido. Le Carré nos muestra su notable falta de fe en el ser humano, no hay distinciones ideológicas, no hay maniqueísmos, sino que todos los implicados en estos tejemanejes políticos muestran la misma predisposición a poner sus objetivos por delante del resto de seres humanos, obviando las consecuencias de sus decisiones. (continúa en spoiler)
Martin Ritt fue un director de filmografía desigual, pero “El espía que surgió del frío” es, sin duda, su mejor trabajo, y la mejor película de espías jamás filmada, en mi opinión. Buena parte de su logro debe recaer en la prodigiosa fotografía de Oswald Morris en blanco y negro, con una iluminación que marca los contrastes de la imagen, sobre un magnífico trabajo de montaje de Anthony Harvey, sobre la interpretación del conjunto del reparto, y sobre la base novelesca que le sirve de apoyo, una de las mejores de John Le Carré, muy bien adaptada por Paul Dehn y Guy Trosper. Casi era imposible que, contando con esos elementos, el film no hubiera sido bueno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por eso la decisión final de Leamas (Burton), su sacrificio frente a ese famoso muro de la vergüenza que dividía Berlín, es un gesto de posicionamiento moral que supone al mismo tiempo su caída en desgracia definitiva y su redención personal, no quiere volver a revolcarse en la mierda. No había lugar en la época de la Guerra Fría para un espía enamorado, y por lo tanto vulnerable, así que la teatralidad de ese foco que se apaga sobre los cadáveres de los amantes, marca también de alguna forma, el final para Leamas de una vida llena de mentiras e impostura.