Señala la crítica de FilmAffinity que precede a la película como "la comedia de los 80" y tal vez sea cierto, de hecho, fue su enorme fama lo que me empujó a contemplarla veinte años después de su estreno. Reconozco que no esperaba grandes alaracas, me comformaba con una cinta entretenida, donde poder soltar alguna carcajada, emotiva en la medida en que lo mandan las circunstancias, con algún buen diálogo, en fin, lo que se le puede pedir a una comedia romántica. Pero lo cierto es que nada más lejos de la realidad, Rob Rainer no consigue encandilar con esta tópica historia de relaciones de pareja, que tiene la incapacidad de contar cosas distintas, circunstancias que no hayamos vista ya anteriormente una y mil veces.
Este es el genero cinematográfico más concurrido a lo largo de la historia del cine, y es por eso que uno siempre espera algo diferente. Un género que domina con solvencia Woody Allen, con un sello propio, pero que la inmensa mayoría circundan a modo de aprendiz.
Una comedia tiene que provocar la risa, ser ingeniosa, con personajes interesantes, con situaciones divertidas..., pero Cuando Harry encontró a Sally adolece de todo lo anterior.
Billy Crystal se pasa la película poniendo caritas, con poses ridículas de galán, y en ningún momento deja de aparecer antipático. Meg Ryan está magnífica como siempre, -es una de las mejores actrices de comedia de todos los tiempos- con su carita de muñeca, pero ella sóla no puede levantar una película de casi dos horas.
Puede que la crítica y el público hayan tratado demasiado bien a esta película, todo puede ser, el tiempo será, en cualquier caso, el juez que nos indique si sabe o no envejecer, y si retiene el título -nada más y nada menos- de "comedia de los 80".