Media votos
8,0
Votos
80
Críticas
3
Listas
2
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de cortomaltes:
10
7,4
16.836
Drama
Léo Lauzon es un niño que vive en un humilde barrio de Montreal, atrapado en una sórdida existencia. Cada noche intenta evadirse por medio de los recuerdos, los sueños y su desbordante imaginación, pero la cruda realidad familiar interrumpe siempre sus fantasías: tiene un padre obsesionado por la salud intestinal de toda la familia, un hermano culturista que vive preso del miedo, dos hermanas que padecen trastornos mentales, un abuelo a ... [+]
27 de marzo de 2008
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si
Sublime, desgarrador caudal de sensaciones encontradas que de súbito consiguen concatenar una maloliente e insalubre realidad con retazos de una belleza desbordante y un esplendor indescriptible.
“Italia es demasiado bella para ser sólo de los italianos”
Esa voz en off se ha adherido a mí perpetuamente y no aludo sólo a la memoria, más bien a toda mi capacidad de percepción en todos sus estados y formas.
“Regina, amor mío, mi amor, mi dulce amor”
Leolo, no te has ido lo sé, habitas en un lugar tan intangible tan imperecedero, donde lo tenue y lo denso lo soñado y lo truncado converge muy lentamente hasta fundirse en un páramo salpicado de verdad, de recuerdos nauseabundos, lugares idílicos, pero por encima de todo, de lágrimas que el desasosiego y el candor originan ecuánimemente para recorrer ahora mi rostro.
Sublime, desgarrador caudal de sensaciones encontradas que de súbito consiguen concatenar una maloliente e insalubre realidad con retazos de una belleza desbordante y un esplendor indescriptible.
“Italia es demasiado bella para ser sólo de los italianos”
Esa voz en off se ha adherido a mí perpetuamente y no aludo sólo a la memoria, más bien a toda mi capacidad de percepción en todos sus estados y formas.
“Regina, amor mío, mi amor, mi dulce amor”
Leolo, no te has ido lo sé, habitas en un lugar tan intangible tan imperecedero, donde lo tenue y lo denso lo soñado y lo truncado converge muy lentamente hasta fundirse en un páramo salpicado de verdad, de recuerdos nauseabundos, lugares idílicos, pero por encima de todo, de lágrimas que el desasosiego y el candor originan ecuánimemente para recorrer ahora mi rostro.