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España España · ciudadano del mundo (palencia)
Voto de kafka:
9
Drama Libremente inspirada en un episodio que marca el fin de la carrera del filósofo Friedrich Nietzsche. El 3 de enero de 1889, en la plaza Alberto de Turín, Nietzsche se lanzó llorando al cuello de un caballo agotado y maltratado por su cochero y, después, se desmayó. Desde entonces, dejó de escribir y se hundió en la locura y el mutismo. En una atmósfera preapocalíptica, se nos muestra la vida del cochero, su hija y el viejo caballo. (FILMAFFINITY) [+]
17 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todos los directores de cine activos de los últimos años creo firmemente que Béla Tarr es el más genial, diferente y único de todos. "The Turín horse" es su autoproclamada última película. Otra obra maestra. Qué pena que este hombre no vuelva a hacer Cine.
La película parte de una entraña/anécdota argumental fascinante: el 3 de enero de 1889, en la plaza Alberto de Turín, el filósofo alemán Nietzsche se lanzaba llorando al cuello de un caballo agotado que estaba siendo maltratado por su cochero. A partir de entonces, Nietzsche dejaría de escribir y caería en la locura, el silencio hasta la muerte. Tarr desarrolla a partir de aquí y libremente la historia del caballo (de nombre Ricci, aquí), pues ya sabemos lo ocurrido con el genial filósofo.
"The Turin horse" es una obra de una belleza brutal, dónde se estructuran las secuencias en base a la interpretación estoica de sus dos protagonistas (padre e hija) y a la repetición de los días, cambiando el punto de vista desde el que se observa la escena y la acción (espléndido uso de puertas y ventanas, por ejemplo), con lo cual aún dentro de su rígida estructura de obra lenta y pausada, es, como todo el cine de Tarr, una obra dinámica, activa, fascinante.
"The Turin horse" tiene una atmósfera desoladora, de fin de ciclo, de vida que se apaga, de una vela dando sus últimos coletazos de luz hasta sumergirnos en la más absoluta oscuridad. La fisicidad del film es brutal: se toca/sufre el perpetuo viento, se siente el frío terrible, nos quemamos las manos con las patatas cocidas, nos mojamos al sacar el agua del pozo, al limpiar la cuadra nos llega su olor y pisamos, sin duda, el estiércol. Estamos ante otra obra maestra de lo tangible. Participamos de todos esos días previos al fin (Tarr niega un aire apocalíptico pero para mí lo tiene, junto a una conexión bíblica: igual que el mundo lo hizo Dios en 7 días, así se acabará también...), esos días idénticos, áridos.
Tarr, pues, pinta cuadros deslumbrantes con la atronadora belleza de su maestría y su paciente, apesadumbrado y pesimista cine encuentra un aura expansiva en la constatación tajante de que alguien ¡¡¡autodidacta!!! como él logre ensalzar lo filmado a la categoría de pureza artística.
La película ensalza, endiosa, la figura del caballo, el cual una vez reniega del heno, anuncia lo peor y, en su contrapunto, nos ofrece una metáfora negra acerca del espeluznante peso de la vida humana, del final de ésta, lenta, suave y sigilosamente, en un cierre (el último plano) desolador, brutal, terrible.
Tarr construye sus películas a través de una primera impresión de la belleza de las imágenes (el cuerpo) para alcanzar el alma y sobrecogerla, para llegar a lo más hondo, a la visión "interior" de los personajes. Capta cada instante, optimizando el tiempo real de las acciones buscándose él mismo en una puesta en escena complejamente sencilla, tibia, desnuda, sofisticadamente austera, desnuda: sin montaje alguno (cada secuencia se monta en sí misma).
Los escasísimos diálogos son hirientes y toda ella desprende un aire de "existencialismo nihilista" realmente desarmante. Es por inacción un cine activo, ariscamente dinámico: indetectable de la luz a las tinieblas para descansar definitivamente. Es, en otra lectura, la Naturaleza arrasando al caníbal hombre: la fúnebre música de Mihály Vig es la guinda.
"The Turin horse" es una experiencia cercana a lo alucinógeno, la última obra de un genio, el más grande contemporáneo diría yo. Excelentes interpretaciones. Guión espléndido coescrito con su colaborador habitual desde "La condena" Krasznahorkai.
kafka
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