Iron Man 3

Lo que ocurre con "Iron Man 3" con respecto a su segunda entrega es equiparable al renacimiento de su actor principal (Robert Downey Jr.) en los últimos años. Digno de ave fénix. Porque esta tercera entrega del héroe marvelita, reforzado tras su aparición en la notable "Los vengadores" de Joss Whedon, es una deliciosa película de acción y fantasía que -como poco- se encuentra al nivel de la primera parte y por momentos la supera, convirtiéndose (y esto está claro) en la mejor película 'stand-alone' de toda la fase Marvel. Esto es: superior a "Capitán América", "Thor", las dos Hulk, etc.

El culpable: Shane Black. Con un cómplice: Drew Pearce. El crimen: ofrecer entretenimiento puro, maduro, diversión desatada durante dos horas, un buen cine de evasión e incluso en gran medida familiar, a la manera que Spielberg construía los blockbusters o se hacía el cine de masas en los ochenta, abrazando la maravilla y la autoconsciencia. El guión de "Iron Man 3" es una gozada, y con esto nos aseguramos que los personajes vayan a estar bien construídos, que los diálogos van a estar a la altura de la circunstancias (con numerosos guiños al mundo real) y que la motivación de los giros argumentales va a tener su lógica. Black y Pearce consiguen el más difícil todavía: que Tony Stark sea incluso mejor personaje que nunca, tanto en sus momentos más salvajes como en los íntimos, que veamos al héroe tras la máscara a la manera del Batman de Nolan, aunque con un tono pretendidamente más liviano.

Sorprendemente es ésto lo que hace de "Iron Man 3" una apuesta tan sólida: que se toma en serio lo justo como para que nos subamos a la atracción sin pedir más a cambio. Siendo el film más fantástico de los tres del hombre de hojalata, introduciendo elementos que parecen sacados de un crossover con X-Men, se agradece y mucho que en todo momento se sepa que -como ocurría en "Los vengadores", a la que se hacen múltiples alusiones- no se está reinventando la rueda; o quizá sí. Porque hay un giro (que obviamente no destriparé a nadie) que simplemente da la vuelta a las convenciones del género de forma inesperada y bastante inteligente. Ideas a montones se aglutinan en una película de más de dos horas que parece que no pasa de treinta minutos, intensa, divertida y muy amena, con secuencias de acción espectaculares y un grupo de actores viviendo sus roles a la perfección. Tanto es así que por primera vez en la saga encontramos a villanos realmente sólidos y creíbles (Kingsley, Pearce), y las numerosas secuencias construídas a modo de buddy movie funcionan a la perfección, tanto con la dupla Stark/Rhodes como cuando el multimillonario tiene que lidiar cierto niño sabelotodo, notablemente escrito e interpretado.

"Iron Man 3" es una dignísima producción, pues, que merece el mayor éxito de la trilogía a nivel critico y comercial. Es difícil no disfrutarla a poco que uno se lo proponga, siendo muy recomendable verla como una de esas cintas de aventuras ochenteras que tanto nos gustan y a la que se le conceden licencias en favor del puro espectáculo. ¿Recordáis Indiana Jones? Ponedle una armadura. Ahora, disfrutad de la gran película de Shane Black, del show maestro de Robert Downey Jr. y de la primera gran película comercial de 2013. Con que haya unas cuantas más así en lo que queda de año, Hollywood habrá cumplido con creces.

En la primera parte la batalla se ganaba por el carisma del general, no por la potencia de las armas.

En la segunda, el general tuvo la regla… y comenzaron los dolores…

Y, ¿para terminar? y en la tercera, el general tendrá ataques de ansiedad y se comerá todas las palomitas compulsivamente mientras no para de rajar en el diván… ¡Y tiene la poco vergüenza de no PAGAR un reloj roto de Dora la Exploradora! ¿¡No era multimillonario!? ¡Qué vergüenza!

¿Y el alcoholismo… qué? En teoría iba a ser una adaptación de ‘Demon in a Bottle’ pero Marvel (y por extensión Disney) decidieron que Iron Man ya no sería la Massiel de los superhéroes sino una Lady Gaga con decenas de trajes para lucir en el escenario, montones de ‘bailarines y bailarinas’ que le hicieran las pegadizas coreografías y espectaculares fuegos artificiales para cerrar el show. Todo superhéroe debe tener un punto y débil y aquí, al parecer, ha sido… ¿ser el protagonista de la tercera película más taquillera de la historia del cine? El cine comercial no quiere a alcohólicos con resacas, terribles dolores de cabeza matutinos y arcadas espantando a los más pequeños de las salas. No se trata de ser purista sino consecuente. ¿Se imaginan a un Superman sin kriptonita porque el verde no está de moda? ¿A un Batman y Spider-Man siendo inmortales porque así les facilita el trabajo a los guionistas? ¿O a un Hulk que odia la violencia y resuelve sus combates con una partida de ajedrez? Esto NO es Iron Man sino El Show de Robert Downey Jr. porque aquí se aplaude más la gracia y carisma del actor que el abucheo por el poco respeto al superhéroe impuesto. Además, el resto de la adaptación (como tal y de los villanos) deja muchísimo que desear. ¿Cómo han podido defenestrar de esta manera al Mandarín? ¿Por qué ningún productor se fija en el Ra’s Al Ghul de las viñetas por una vez? Está claro que el subgénero de superhéroes necesita supervillanos y no un coro rociero que dé las palmas y el cante a la vedette afónica (y esta vez para nada borracha) de turno.

El cine de superhéroes alcanzó sus dos cimas diferenciadas con “El caballero oscuro” y “Los vengadores”. Uno puede guiarse por las sombras o por los recovecos luminosos del entretenimiento… pero siempre llegará al mismo lugar. Shane Black ha optado, por imposiciones de producción, con el piloto automático del plan de vuelo de Joss Whedon, despuntando como la arista sarcástica e incluso cínica a lo Tom Clancy sobre la cultura norteamericana del envoltorio de los superhéroes en un mundo de maníacos y visionarios. Nos conocemos los trucos: romanticismo, pólvora, revelaciones, anticlímax y explosivo regreso de un millonario desahuciado a golpe de misiles.

“Iron Man 3” resulta tan acertada como superficial, tan explosiva como escasamente predecible y poco sorprendente. La psicología, el thriller político, la burla y la inquietud hacen que el héroe resurja (y rebuja) de sus cenizas… otra nueva vez. El libreto de “Iron Man 3” podría ser perfectamente el de “Arma Letal” con los añadidos de gadgets, armaduras voladoras y kilotones de CGI. ¿Tan poco ha cambiado estructuralmente el cine de entretenimiento desde finales de los ochenta? No hay nada nuevo porque lo nuevo ya no es necesario sino el balanceo de lo estridente, el entreteniendo acaba mecanizado y enlatado, sin atisbo para la sorpresiva descarga o la chispa definitiva.

Aplaudamos sus tres ‘grandes’ secuencias de acción, devoremos nuestras palomitas mientras nos divertimos y evadimos de un rato que ya pasó tiempo atrás y emborrachémonos de blockbuster para olvidar nuestros problemas... porque, recordemos, que aquí vamos de botellón con Champín.

¿El hombre hace el traje o el traje hace al hombre?

¿El hype hace la película o la película hace al hype?

Perdone, es que yo el hype lo tomo a palo seco... No, con gas y ‘alcohol-free’...


P.D.: Espero que en los extras de DVD/Blu-ray Tony Stark pague el reloj roto de Dora la Exploradora. ¡Qué vergüenza!

La película te sumerge en las profundidades de lo absurdo y la ciencia ficción. Si eres capaz de salir consciente de la sala, y no te tiene que despertar el codazo de un compañero con el que hayas ido al cine, deberías sentirte orgulloso pues tu nivel de resistencia a la tortura psicológica es bastante elevado. Ironman 3 no se escapa del típico tópico de salvar a míster presidente. Eso sí, la inteligencia de Tony Stark queda en entredicho, pues como estratega en el combate queda a la altura de una maruja sin estudios básicos, y si tomas eso en cuenta, la película es un constante martirio para cualquiera que intente entender porque este señor, que es una celebridad en lo que a industria armamentística se refiere, puede ser tan sumamente inepto en el combate.

Tuve la misma sensación que en Spiderman 3: la franquicia se estaba infantilizando hasta hacerla poco soportable para adultos. Creo que es, con diferencia, la peor de las tres películas de Iron Man hasta el momento y se convierte en una caricatura de sí misma que la hace caer en el ridículo. Más explosiones, más armaduras, más acción, más ruido, más... guión? Ah no, guión no, que para eso ya no llega el presupuesto. Situaciones totalmente absurdas, gente que a punto de morir sueltan frases chorras, Tony Stark forzando su chulería hasta límites poco creibles, multitud de elementos mezclados sin gracia. Recomiendo la lectura del cómic "Extremis", del que supongo los guionistas (supongo que alguno habría), se basaron. Lo único bueno de la visita al cine: el prometedor trailer de "El hombre de acero". Esperemos que los aficionados a los superheroes no nos llevemos otro chasco.

No es que sea una mala película, me parece un chiste, una broma de mal gusto, una falta de respeto a los fans de la saga (a los fans del cómic ya ni te cuento), una auténtica aberración, un guión escrito por un puñado de "teens" borrachos a las cuatro de la mañana.
Su director no merece una mala crítica, merece cárcel,