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La suma de todas mis partes

Drama Un joven matemático sale de un psiquiátrico e intenta recuperar la vida que dejó atrás. Se encuentra con la no re-admisión en su antiguo puesto de trabajo en una gran empresa, con el rechazo de su antigua novia y, finalmente, con un alquiler de una vivienda social que no puede pagar. Desalojado, perdido en la gran ciudad y sin saber qué hacer, encuentra en un niño de la calle, cuya madre ha muerto de sobredosis, la única razón para ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
16 de julio de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre las grandes películas que tuve el gusto de ver en el XIV Festival de Cine Alemán de Madrid esta se alza como una de mis favoritas (por no decir mi favorita a secas...).

Hans Weingartner ya me sorprendió muy gratamente con "Los edukadores", película que recomiendo a todo el mundo; es rebelde, divertida por momentos o más amarga e incisiva en otros, crítica con la sociedad y la situación actual de su país (aunque el tema es bastante extrapolable a otros lugares).

Al igual que en "Los edukadores", "La suma de todas mis partes" es a ratos divertida a ratos contundentemente crítica y amarga. El papel protagonista está bordado, al igual que el del joven actor que le acompaña.

Me encanta la manera en la que el director aborda el tema de la enfermedad mental, los estigmas de la sociedad hacia este grupo marginal y las ansias de libertad que tiene el protagonista. Hans consigue que te identifiques con Peter y hace que puedas llegar a comprenderle, un poco.

Es una película que habla sobre la libertad y la felicidad de sus dos protagonistas.

Yo por mi parte recomendaría totalmente la película, si teneis ocasión de verla mi consejo es que no desaprovecheis la ocasión.
Simoun
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21 de diciembre de 2019
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El argumento daba para mucho más. Pudiera considerarse que su director quiso vagar en otras latitudes alejadas de esa misma sociedad reflejada... idéntica a la que exige perfección dentro de unos parámetros limitantes, donde se arrincona a quien renuncia derivar por tan estrechos cauces.

Hans Weingartner, sitúa el foco en una idea romántica de la existencia, empatizando con la naturaleza, los valores del compromiso y la escasez de recursos, que pueden también gestionar una vida marginal, aunque quizá dotada de mayor autenticidad.

Tal vez toda la película se direcciona hacia una resolución naif, obviando la introspección de unos personajes que se ofrecían generosos para ello.

Proyecto fallido que no puedo aprobar... y bien que lo lamento, porque había excelente material para una estupenda película.
LEUGIM
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8 de agosto de 2012
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si uno suma todas las partes que compone el cuarto largometraje del director de “Los edukadores” hallará discordancias entre sus aristas, haciendo incapaz que el conjunto cobre una forma con sentido. Hans Weingartner ha decidido realizar un drama psicológico con varios giros argumentales que, en cierta medida, desacreditan el fondo que ofrecía. Ese fondo y suma de partes la ejercían la naturaleza y la catarsis de un encuentro y protección de un pequeño desamparado. Herzog siempre ha comentado que la naturaleza le ha parecido peligrosa como entorno aunque en este filme Weingartner la utiliza como elemento purificador y terapeuta. En “Hacia rutas salvajes” la liberación de su protagonista de ese modo de vida que dejó atrás finalmente se convierte en su pira funeraria. En “La suma de todas mis partes” el personaje principal se ve abocado a convertirse en vagabundo por el rechazo de la sociedad frente a su enfermedad mental. De un matemático con pareja a punto de comprometerse matrimonialmente y trabajando en una importante empresa a estar recluido en un psiquiátrico y volver a un mundo laboral y emocional que le rechaza.

Ni siquiera su padre, motor de muchos de sus traumas, resulta esperanzador. Queda la profundidad de ese bosque y la comunión con la naturaleza para que el protagonista encuentre la verdadera paz interior junto a ese pequeño que prácticamente ha adoptado. Pero finalmente Weingartner decide quebrar ese mundo por intervención humana y psíquica con una serie de giros trepidantes dignos de thriller (que tal vez no venían a cuento con la coherencia y espíritu de la historia que ofrecía inicialmente) y la inclusión a golpe de empaste de un amor como salida romántico-emocional. El ecosistema queda quebrado, el bosque cinematográfico que ofrecía es ‘incendiado’. Dudo que funcionen ni lo uno ni lo otro. Al menos, parece que sí para la maltrecha mente del protagonista.
Maldito Bastardo
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