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Países Bajos (Holanda) Países Bajos (Holanda) · la tierra del saludo
Voto de panza:
10
Drama Walt Kowalski (Clint Eastwood), un veterano de la guerra de Corea (1950-1953), es un obrero jubilado del sector del automóvil que ha enviudado recientemente. Su máxima pasión es cuidar de su más preciado tesoro: un coche Gran Torino de 1972. Es un hombre inflexible y cascarrabias, al que le cuesta trabajo asimilar los cambios que se producen a su alrededor, especialmente la llegada de multitud de inmigrantes asiáticos a su barrio. Sin ... [+]
10 de marzo de 2009
28 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras que Butragueño, Sanchís, Pardeza y Míchel se llevaban todos los piropos de la quinta, pollón, feo, enano y maricón, respectivamente, un tímido futbolista de apellidos mediocres, Martín Vázquez, dejaba sobre el campo pequeños detalles que demostraban que técnicamente, él era el mejor de los 5. Se ganó así el mejor de los apodos: Mari Pili.

Fue entonces cuando un macarroni sacó pasta de algún sitio oscuro para intentar hacer del primer club de la ciudad de Turín, que no es la Juve, un grande del circuito internacional. Se estaba gestando El Gran Torino.

Pero salvo un espectacular gol compuesto por arranque, sombrero y vaselina, en Italia Mari Pili hizo el ridículo, además de llorar y caer bajo exigiendo su titularidad. Se dejó bigote, huyó del país transalpino a Marsella, donde se hundió en apenas 8 semanas, para vagar después por el planeta: México, Coruña, Alemania... aquellos drásticos cambios de aguas y gastronomías terminaron dejando huella en su fina y femenina cabellera: aquel tupé hermafrodita que fue envidia de Pardeza, se vulgarizó en rata nicolasiana, y Sansón paso de Pili a pila gastada que repetía frases simles en radios y televisiones de baja estopa.

Ya me extrañaba a mí que Clint Eastwood conociese esta apasionante historia, pero aún así, mantuve la esperanza, y sin leer nada, ni ver un sólo trailer, me adentré en una sala con esta utópica ilusión.

Alabado sea Dios. Gran Torino es una maravillosa metáfora sobre el frustado intento de convertir el Torino de Martín Vázquez en el Nápoles de Maradona. Aderezada además con guiños al caso Bosman y al partido homenaje a Stielike en el Bernabéu.

Sí señor, porque el cine puede ser maravilloso.
panza
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