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Estados Unidos Estados Unidos · 544 Camp Street. New Orleans
Voto de Jinete nocturno:
3
Acción. Fantástico. Aventuras. Terror Año 1723, Rumanía. BloodRayne (Kristanna Loken) es una Dhampir, mujer medio humana medio vampira que trabaja como agente de la Sociedad Brimstone, sociedad secreta que persigue y destruye las amenazas sobrenaturales. Adaptación cinematográfica del videojuego del mismo nombre. (FILMAFFINITY)
25 de agosto de 2009
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sé que a muchos de vosotros os cuesta aceptarlo y que seguís ofreciendo religiosamente vuestro tributo al genio en forma de “uno” en cada película suya que os toca valorar, pero él se ha ido… Sí, lo sé; todos recordaremos por siempre ese primer escalofrió de asombro al enfrentarnos por vez primera con el dios Boll . Todos, al contemplar su incomparable y supremo arte, supimos entonces que él, ángel para unos, demonio para otros, había venido para mostrarnos los placeres prohibidos más allá de los confines del dolor.
Pero no estuvimos a su altura. Y él, ofendido por nuestra ignorancia, nos ha abandonado. Ya no está… Se convirtió en un simple director de cine. Es más, los hay -¡malditos blasfemos!- que dicen que su última película es hasta medio buena…
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Y es aquí donde comenzó su “decadencia”. Porque, es triste reconocerlo, pero esta película no es lo mala que cabría esperar; no está a su suprema altura.

Oh, sí, que se entienda; es una mierda. El guión es tan ridículo y enrevesado como sólo cabria suponer de la adaptación de un videojuego –porque, esa es otra… ¿qué coño esperabais, Ciudadano Kane? - y los diálogos parecen escritos por Buñuel puesto de ketamina. En cuanto la parte “artística”, el vestuario parece robado de una representación escolar de Robin Hood y los efectos especiales son dignos de “Homer Simpson Productions” – sólo falta la cortinilla de estrella-.

Y luego, para más inri, tenemos las actuaciones, que salvo las honrosas excepciones de Ben Kingsley y Geraldine Chaplin, que a saber cómo acabaron aquí, son como para fusilar al reparto... Y es que, sí, Kristanna Loken estará buenísima, pero la tía tiene dos modos de interpretar: con el pelo suelto y recogido. -Viéndole la cara mientras la torturan, pareciese que le están sellando una quiniela... Yo creo que en “Terminator 3” no interpretaba: es realmente de una polialeación mimética-. Y en cuanto a los secundarios… ¡Qué decir del gran Meat Loaf!... ¡Por favor, que nunca deje la música!

Y como guinda, y para acabar de joderlo, tenemos también algunos de los “inimitables” toques de genialidad de Boll. Por ejemplo, vuelve insistir con esa ridícula y enervante “técnica” suya de combinar la cámara lenta con la rápida haciendo que la imagen vaya a trompicones – ¿será que el muy desgraciado ésta intentando imitar el típico ralentizado por falta de RAM de los videojuegos?... Capaz-. Y, muy a destacar: por primera vez en su filmografía se atreve con el sexo. Eso sí, con los resultados imaginables: es la escena de sexo más extrañamente sucia y violenta que he visto en mi vida; un canto a la castidad.

Y, sin embargo, dicho todo esto, la película, siendo mala, no es de “uno”. La historia en ocasiones “casi” resulta entretenida, la fotografía es correcta y el ritmo de la narración es medio aceptable. Además, se le ven las tetas a la Loken y eso merece una estrella extra.

Tan mala como un telefilm de sobremesa, sí; pero no peor. Me decepcionas, Uwe.
Jinete nocturno
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