No me extraña que de los cinco guionistas que firmaron esta birria en una servilleta de Burger, ninguno aparezca al final en los títulos de crédito. Porque una cosa es que una película sea un mal refrito, pero de ahí a encontrarnos con una porquería tan enorme como "Furia de Titanes" va un trecho, y es que de esos cinco que participaron en el supuesto guión, en clase de estructura sólo debieron enseñarles la estratagema del 'Deus ex machina', así que nos tiramos gran parte del metraje observando como explicaciones mal perfiladas y ridículas, apariciones in extremis y, en definitiva, tonterías sacadas de la manga, van tirando de un relato tan rancio como estúpido donde ni siquiera se salvan las escenas de acción, que es lo mínimo que se le debería poder pedir a este tipo de pestiños sacados a la palestra a base de presupuestos abultados y técnicos de efectos especiales que a lo único que parecen querer aspirar es a realizar las secuencias de algún videojuego de prestigio y, siendo francos, esa es mi recomendación: como mínimo podrían llevar a cabo proyectos decentes cuando no muy buenos y sus aptitudes no se verían lapidadas gracias a unos ineptos que se hacen llamar guionistas porque así lo define el término, no por otra cosa.

Lo que más duele, de todos modos, es ver como gente del talento de Ralph Fiennes o Mads Mikkelsen pierden su tiempo y dignidad con engendros de tal tamaño (a otros los omito porque ya perdieron todo eso hace mucho), logrando que incluso actores como el tal Worthington (especialista en participar en films no sólo de ínfima calidad, sino que también destrozan las expectativas del que va predispuesto a ver algo curioso) parezcan algo más que peleles en manos de una productora que lo único que busca son caras bonitas o intérpretes de prestigio, porque no se engañen: ellos también lo son. Y me jode, me jode muchísimo.

Si poco se podía pedir ya a un tipo que surgió de la pestilente Eurocorp (Gracias Besson), él todavía da menos, y entre batallas donde parece que unos escorpiones parece que estén jugando al Virtua Tenis, incisos en los que la reencarnación mitológica de los Ewoks (vamos, personajes ridículos y que sobran a todas luces) llevan de tour por ese mundo en escorpiones a nuestros alucinados protagonistas (no es para menos, pues los bichos diez minutos antes se los estaban intentando merendar) y personajes como el del fanático con una diana blanca pintada en la chepa (y no, no es Raul) que intenta convencer al pueblo churrascándose los menudillos, parece que ni él mismo sabe qué está rodando y porque. Así que el espectador permanece en su asiento sin poder mover el culo, y no porque esta pifia le enganche a uno, sino por el simple motivo de estar ante una película tan mala, que el final sólo podría estropearla más. Y así es, no lo duden.


(Termina en el spoiler, sin spoilear)